Un ballet nipón une a Roland Petit con la música de Pink Floyd

Dentro de la etapa final de la programación veraniega del Matadero, la compañía nipona Tokio Asami Maki Ballet trae la pieza emblema de su repertorio: Pink Floyd Ballet desde hoy hasta el próximo día 4.

Coreógrafo prismático y controvertido en el gusto, el octogenario Roland Petit (Villemomble, 1924) se apuntó ya en los años setenta a aquello de usar la música moderna en sus ballets. Maurice Béjart también lo hizo poco después con su obra inspirada por Freddy Mercury respaldada por la música de Queen. A Petit esto le viene de lejos: ya en los años cuarenta estuvo en Hollywood dirigiendo revistas musicales para teatro y televisión (hizo además varias películas) y luego dirigió el Casino de París entre 1970 y 1975, donde hizo las célebres revistas para su mujer y musa Zizi Jeanmaire. Años después, Petit encontró en Lucía Lacarra su musa española; se enamoró de su baile, fascinado por la línea física de la vasca, y remontó para ella su ballet sobre Anna Pavlova. Su pasión española parte de su Carmen, hecha en 1949 y vigente en todo el mundo de la danza. También ha sido el único de los grandes en atreverse con Marcel Proust y En busca del tiempo perdido en ballet.

Sobre la escena, además de Lucía Lacarra, Premio Nacional de Danza y figura destacada del Ballet de Munich, bailará con su partenaire habitual, Cyril Pierre (ambos se conocieron en las filas de la compañía de Víctor Ullate, hace más de una década); el cubano Lienz Chang, ex primer bailarín del Ballet Nacional de Cuba residente en España y cinco figuras del street-dance: Slyde, Dara, Amala, Fish y Bruce.

El Tokio Asami Maki Ballet es una de las más consolidadas compañías de ballet clásico de Japón; allí hay pasión por el flamenco y las castañuelas, pero también por las zapatillas de punta y el tutú. Se adora a los grandes coreógrafos occidentales y se les da trabajo, aunque quede un poco a desmano cumplirlo a cabalidad.

Pynk Floyd Ballet es un clásico entre los clásicos del género. La obra original data de 1976 y la nueva versión japonesa se estrenó en 2004. Originalmente, Petit contactó con el grupo británico en 1973, golpeado por la originalidad y lirismo de aquella música que no sólo gustaba a los rockeros. Pink Floyd sacaba al mercado en ese momento El lado oscuro de la luna, su octavo disco y que se mantiene en ser uno de los 10 discos más vendidos de todos los tiempos. Ese disco se gestó mientras tocaban para una gira del Ballet Nacional de Marsella, que dirigía Petit.

Pink Floyd Ballet, a medio camino entre el concierto escenificado y la danza coral, reúne en esta versión 12 temas del grupo. En sus inicios tenía sólo cuatro canciones y en la nueva versión hay una docena; bailarines con mallas blancas, poderosos efectos de luz y una potente marea sonora son los elementos de esta obra que se mantiene en los márgenes del neoclasicismo.

Lucía Lacarra ya estuvo en Tokio en febrero de 2004 en el reestreno de Pink Floyd Ballet y Petit no se resistió a agregar un pas de deux nuevo con la canción The gread gig in the sky y trufó la escena con bailarines de break.

Pink Floyd Ballet. Tokio Asami Maki Ballet. Matadero Madrid. Hasta el 4.