Matanza de civiles en el sur de Líbano
Un bombardeo israelí en Qana causa la muerte a más de 50 personas, entre ellas 27 niños
Las cifras apenas dan idea del horror vivido en Qana. Dos largas horas de bombardeos terminaron derribando el edificio donde 63 personas habían buscado refugio de la aviación israelí durante la noche. Sólo ocho llegaron al hospital. Se han recuperado 54 cadáveres de debajo de los escombros, incluidos 27 niños (15 de ellos discapacitados). El ataque, el más mortífero desde que Israel iniciara su ofensiva contra Hezbolá hace más de dos semanas, hizo revivir a los libaneses la pesadilla vivida en esa misma localidad hace diez años. Qana se ha convertido ya en sinónimo de matanza. El primer ministro, Fuad Siniora, exigió un alto el fuego inmediato y se negó a recibir a Condoleezza Rice entretanto.
Los relatos de los periodistas locales dicen que el edificio tenía tres pisos. Las imágenes de televisión sólo muestran un montón de escombros sobre el que los servicios de rescate se afanan por sacar a las víctimas. Sin más ayuda que sus manos desnudas, van desenterrando con extremo cuidado los cuerpos que intuyen bajo los cascotes. En un rincón asoma una mano. Más allá, un pie. La mayoría yacen sin vida, fruto del enorme impacto que han sufrido. Los ocho supervivientes fueron trasladados al hospital gubernamental de la ciudad costera de Tiro, 16 kilómetros al oeste de Qana.
El Ejército israelí responsabilizó de la tragedia a Hezbolá, el movimiento chií al que trata de aniquilar desde el 12 de julio. Su milicia secuestró ese día a dos soldados hebreos en las granjas de Chebaa, un pedazo de tierra libanesa que Israel sigue ocupando.
"Hezbolá estaba lanzando cohetes desde Qana", justificó una portavoz del Ejército israelí. Pero según todos los testimonios, el bombardeo israelí fue inmisericorde. Durante dos horas, la ciudad fue atacada por tierra, mar y aire, informó la policía local. Los proyectiles se concentraron en la entrada, el centro y uno de los flancos. Ayer por la mañana, Qana había quedado completamente devastada.
Nada más conocerse la noticia, la memoria de los libaneses retrocedió diez años, al fatídico 18 de abril de 1996 cuando Israel mató a 105 libaneses que se habían refugiado en un cuartel de los cascos azules (FINUL). El primer ministro, Fuad Siniora, calificó la acción de ayer de "uvas del odio" en referencia a la Operación Uvas de la Ira que Israel lanzó en 1995.
"En esta mañana luctuosa, no hay lugar para otra discusión que no sea un alto el fuego inmediato", declaró Siniora durante una alocución televisada a la nación. El mensaje para la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, estaba claro: ya no era bien recibida en Beirut, adonde tenía previsto trasladarse desde Tel Aviv. El primer ministro pidió también una investigación internacional.
En contraste con su habitual moderación, Siniora denunció además "a los criminales de guerra israelíes" y agradeció los sacrificios de Hezbolá en su guerra contra Israel. "Estamos en una posición fuerte y agradezco sus esfuerzos al sayed", declaró refiriéndose a Hasan Nasralá con el tratamiento de respeto que le corresponde como descendiente del profeta Mahoma. El día anterior Nasralá urgió al Gobierno a sacar partido de la firmeza de Hezbolá frente al poderío militar israelí.
Siniora, que pertenece a la coalición antisiria y defiende posiciones políticas muy alejadas de Hezbolá, había logrado con mucho trabajo el acuerdo de los dos ministros de ese grupo a un plan de su Gobierno para intentar poner fin al conflicto que hoy entra en su vigésimo día. La matanza de Qana ha hecho saltar por los aires todos esos esfuerzos. Además, el cariz de la agresión israelí está logrando unir a los libaneses de las tendencias más dispares.
Una encuesta publicada el sábado por The Daily Star asegura que un 86,9% de los libaneses de todas las confesiones apoya la resistencia de Hezbolá contra la agresión israelí. El respaldo, que alcanza el 96,3% entre los chiíes, llega al 80,3% entre los cristianos, una comunidad tradicionalmente más crítica con el grupo chií.
Hezbolá, que el sábado amenazó con atacar ciudades en el centro de Israel, advirtió ayer de que "esta horrible matanza, como las otras, no quedará sin castigo". Desde el principio del conflicto, la milicia libanesa ha lanzado cerca de 1.800 cohetes sobre el norte del país vecino.
El Ejército israelí, por su parte, llevó a cabo un centenar de ataques aéreos sobre el sur y el este de Líbano. Cinco personas de una misma familia, incluidos dos niños, murieron por el bombardeo de su casa en Yarun, al sureste de Tiro. Con ellos fueron 59 los muertos civiles confirmados ayer en Líbano, lo que eleva a 517 los fallecimientos confirmados desde el inicio de las hostilidades. Al menos 74 personas más se encuentran bajo los escombros en el sur del país.
Además, las tropas israelíes siguieron presionado en el sureste, en la localidad de Taibe, tras un fuerte bombardeo artillero y combates con milicianos de Hezbolá.
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