La OPA da el triunfo a los accionistas
El enfrentamiento por el control de Endesa beneficia a los inversores de la eléctrica
Casi un millón de accionistas se encuentran a la expectativa de las evoluciones del conflicto que se dirime en torno a Endesa. Llevan casi un año y, a estas alturas, no saben si prefieren que se llegue a una solución o que nunca se acabe. Y es que en este periodo la acción de la eléctrica se ha revalorizado cerca del 50% (ha pasado de 18,56 euros que valía antes de que Gas Natural lanzase la OPA a los 26,85 a que cerró el viernes). Además, han recibido dividendos de más de dos euros por título y la promesa de otros 7.000 millones de euros en los próximos cuatro años. A río revuelto, ganancia de pescadores.
El pequeño accionista se convirtió en una de las batallas de esta guerra. Los responsables de Endesa, apelando a la legítima ambición del accionista de ganar cuanto más dinero mejor, pusieron en seguida la máquina de propaganda a funcionar para atraerlos. Primero, pregonaron que la oferta lanzada por Gas Natural (21,30 euros por acción) no reflejaba el verdadero valor de la empresa y la descalificaron por la forma de pago (las dos terceras partes en títulos de la empresa gasista). Después, anunciaron el reparto de generosos dividendos para los futuros ejercicios.
Montilla se ha topado con esta cuestión en el momento más importante de su carrera
Para el bolsillo de los accionistas minoritarios el combate es sumamente interesante
La situación pone en evidencia que no existe un mercado energético europeo
Es difícil que E.ON pierda la oportunidad de quedarse con Endesa
El valor de Endesa, que durante tiempo había estado empantanado en torno a los 18 euros, se disparó a valores superiores a la oferta de Gas Natural. Y, mientras los enfrentamientos derivaban por derroteros jurídicos y políticos, el accionista esperaba nuevas ofertas que mejorasen el precio ofrecido por la sociedad catalana. Pasados unos meses, así ocurrió. El grupo alemán E.ON se destapó con una OPA competidora a 27,50 euros el título y, además, todo en dinero (en ambas ofertas el precio se reduce a 19,30 euros y 25,40 euros, respectivamente, como consecuencia del reparto de dividendo realizado por la compañía).
Mejor imposible. El precio se disparó y muchos accionistas han podido recoger suculentos beneficios en Bolsa. Más allá de ideologías (que, por supuesto, las tienen) que les hagan estar a un lado u otro de la pelea, para el bolsillo de los accionistas minoritarios el combate es sumamente interesante. Los fondos de inversión, que cuentan con importantes paquetes de participaciones, tampoco se quejan. Y el principal accionista de la eléctrica, Caja Madrid, después de respaldar las tesis del consejo de la empresa (donde sienta dos representantes) contra la oferta de la gasista, ha preferido no quemarse en la batalla. La relación entre la caja y la eléctrica, por otra parte, no gozaba precisamente de buena salud desde que su presidente, Miguel Blesa, no logró el apoyo de la empresa que preside Manuel Pizarro para ser vicepresidente. No obstante, uno de los consejeros propuesto por la caja aunque figure como independiente, Alberto Recarte, ha sido de los que más se ha opuesto a Gas Natural.
Para Caja Madrid, en cualquier caso, el escenario que se abre con la oferta de E.ON es envidiable. Están en juego nada menos que 25.000 millones de euros (más de cuatro billones de pesetas, para tener una idea más familiar) y la caja tiene poco que decir en la estrategia que diseñe el grupo alemán si sigue adelante con su oferta. Lo lógico, en ese caso, es que la entidad de ahorros coja el dinero que le corresponde (2.500 millones de euros) y corra. Es una buena inyección para invertir en proyectos sociales o de cualquier otra índole propios de una caja.
Caja Madrid se convirtió en objeto de deseo de La Caixa para pactar un aterrizaje pacífico de Gas Natural en la eléctrica. Pero Blesa prefirió guardar silencio, que era como dar una respuesta negativa sin decirlo. La caja madrileña, como cualquier otra caja de ahorros, está controlada por los poderes públicos regionales o locales, y en este caso por Gobierno de la comunidad autónoma, el PP de Esperanza Aguirre, que desde el primer momento se mostró beligerante con la OPA del grupo gasista. El Gobierno regional de Madrid enarboló fuertes dosis de anticatalanismo, con el apoyo mediático desde algunos púlpitos informativos. Esa posición hacía prácticamente inviable, por mucho que hubiera querido Blesa, cualquier arreglo con La Caixa.
La caja catalana, que optó por la vía hostil tras fracasar un año antes de la OPA en el intento de acordar con Pizarro una alianza amistosa, se encuentra entre dos fuegos. Por un lado, está la posición a favor de mantener viva la oferta (el mismo viernes Gas Natural presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la decisión del Supremo de suspender la autorización condicionada del Gobierno a su OPA); pero, por otro, hay una corriente cada vez más fuerte de abandonar el campo de batalla y asumir la derrota. En ese caso, Gas Natural podría adquirir activos eléctricos que tenga que vender E.ON si acaba comprando Endesa.
Este grupo estaría encabezado por Isidro Fainé, director general de La Caixa y partidario de no quemar más naves. Fainé, en todo caso, ha preferido no crear más líos y que al final sea el peso de los hechos el que determine la actuación de la entidad presidida por Ricardo Fornesa. La otra tendencia la lideraría el ex director general Antonio Brufau, presidente de Repsol YPF (accionista de referencia de Gas Natural junto a La Caixa y, a su vez, controlada por ésta), a quien se atribuye una relación muy estrecha con el ministro de Industria y candidato a la Generalitat de Cataluña en las próximas elecciones, José Montilla.
Montilla se ha encontrado con esta cuestión tan delicada encima de la mesa probablemente en el momento más importante de su carrera política, cuando aspira a gobernar Cataluña, sede de Gas Natural. El actual titular de Industria ha participado de forma activa en el intento de desembarco de E.ON en España y ha tenido que defender el carácter estratégico del sector energético en España. En ese sentido, se enmarcan las exigencias que la Comisión Nacional de la Energía (CNE) ha impuesto al grupo alemán para que cristalice su oferta sobre Endesa y que, si éste acaba aceptando, hará prácticamente inviable la oferta de Gas Natural, a quien se tacha de haber llegado a Madrid "con la barretina" y sin haber calibrado correctamente la operación.
Lo más inmediato, ahora, es saber si E.ON recurre ante Bruselas la decisión de la CNE, que el viernes rechazó, aunque mantuvo la oferta. Es probable que las exigencias del organismo regulador sean contrarias a la libre instalación y a la libre competencia, por lo que la Comisión Europea podría actuar contra ellas. No obstante, el Gobierno español argumenta que el sector energético está considerado como estratégico y que todos los países los blindan o realizan maniobras para proteger a sus empresas de posibles compras hostiles (Francia decidió fusionar Gaz de France con Suez para evitar una oferta de Enel, Italia estudia fusionar esta empresa con ENI ante los deseos de E.ON de entrar en el país y en Alemania, el Gobierno aprobó medidas muy parecidas a las que decidió el jueves la CNE para proteger precisamente a E.ON). Es decir, si Bruselas decide actuar se le acumularía el trabajo. No obstante, la situación pone en evidencia que no existe un mercado energético europeo, por lo que, como afirma una fuente gubernamental, "es natural que hayan desarrollado políticas de defensa, protección y sostenimiento de su sector energético".
El Gobierno de Zapatero trata, según fuentes del mismo, de alcanzar una solución de consenso y no perder el control del proceso. En ese sentido, y tras tratarlo con su colega alemana -la canciller Angela Merkel-, Zapatero accedió a buscar un acuerdo con E.ON con la intermediación del ex ministro socialista Carlos Solchaga. No obstante, las exigencias definitivas impuestas por la CNE (vender 7.000 MegaWatios, desprenderse de activos nucleares e insulares y vender Endesa si otra empresa compra E.ON, entre otras) fueron más lejos de lo previsto.
En el grupo alemán se tiene la impresión de que, pese a los intentos de consensuar su entrada en España, hay quien quiere poner palos en las ruedas. E.ON es el resultado del Gobierno alemán de crear un campeón nacional (como también decía Zapatero que quería con la fusión Endesa-GN) y lo llevó a cabo, en contra de las autoridades de competencia alemanas, para protegerla del control de extranjeros. De ahí que, además de permitir la compra de Ruhrgas (las dos terceras partes del actual grupo), pusiera medidas de blindaje (obligar a vender Ruhrgas en caso de compra por un tercero extranjero). Además, está siendo investigada por presuntos sobornos políticos y por presunto abuso de posición dominante, tanto por las autoridades de Bruselas como por las alemanas. No es de extrañar, por tanto, que su presidente, Wulf Bernotat, haya afirmado que está acostumbrado "a conflictos como éste [referido al de Endesa]".
Y seguro de que La Caixa "no tiene potencia financiera para respondernos". Es difícil que E.ON pierda la oportunidad de quedarse con Endesa. Le interesa el mercado español, pero probablemente más las participaciones que la empresa española tiene en Francia, Italia y Latinoamérica.
Y si, como todo parece indicar, sigue en la lucha, y Gas Natural contraataca, se verán las caras en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Las dos tendrán que presentar la oferta definitiva, mejorada o no, en sobre cerrado. Ahí es donde comenzará el fin de la batalla y los pequeños accionistas verán acabar un enfrentamiento empresarial del que han salido con los bolsillos muy bien parados. Habrán pasado más de los nueve meses del parto que vaticinó el presidente de Gas, Salvador Gabarró, pero habrá sido apasionante.
LAS DECISIONES PENDIENTES
- Lo lógico es que Caja Madrid, principal accionista de Endesa, coja el dinero que le corresponde por vender su participación y corra si E.ON asume el control
- La Caixa, que controla Gas Natural, se debate entre abandonar el campo de batalla o seguir adelante con la oferta
- El Gobierno de Zapatero trata de alcanzar una solución de consenso y no perder el control
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