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Faïza Guène retrata la vida en los suburbios en su primera novela

La joven escritora parisiense de origen argelino Faïza Guène (1985) irrumpió hace dos años como un vendaval en el panorama narrativo francés. Su primera novela, Mañana será otro día (publicada ahora en español por Salamandra), retrata la vida en los suburbios de la capital francesa a partir de la figura de una adolescente de familia árabe que vive atrapada entre dos culturas. Un álter ego, en clave de ficción, de la propia autora. Su estilo desenfadado, el ritmo de su relato y el valor de haber sido escrito por una voz autorizada sedujeron a los lectores y a la crítica, un año antes de que se produjeran los terribles disturbios de noviembre de 2005. La furia en el extrarradio (miles de coches incendiados, varios muertos, toque de queda en algunas ciudades como medida para paliarla) no sorprendió a la autora novel. De hecho, cree que "puede repetirse en cualquier momento si las cosas no cambian".

Guène es una joven brillante que acabó los estudios básicos con un año de adelanto, aunque por razones económicas ha debido posponer su ingreso en la universidad. Actualmente trabaja dando clases en la misma escuela de escritura donde ha realizado varios cortos y un mediometraje, y en cuyas aulas empezó a gestarse la novela. Cuando había escrito 30 páginas, el responsable del curso se las enseñó a un editor de Hachette, que manifestó de inmediato su deseo de publicarlo. Esta chica de mirada oscura, criada en una familia "muy sencilla", acogió la noticia con la misma calma que la ha acompañado después, cuando llegaron el éxito y la traducción a 22 idiomas. Aunque, eso sí, el temor a que las cosas se desbordaran la ha llevado a rechazar la oferta para adaptar y dirigir una película sobre su libro.

Aire optimista

Sorprende la madurez y la solvencia con la que habla de las políticas sociales en Francia, cuando defiende que la integración no debe interpretarse como un problema cultural, de choque de civilizaciones, sino social, o cuando recrimina la actitud del Gobierno francés respecto a la inmigración. Nada que ver con la falta de compromiso que se achaca a las jóvenes generaciones hijas de la inmigración, apatía bien descrita en la novela. El paro, pobreza, la delincuencia, la falta de fe en el futuro, las fricciones entre las raíces familiares y las costumbres del país de acogida, son algunas de las amenazas que se ciernen sobre los personajes de Mañana será otro día; pero en medio de las dificultades prevalece un aire de optimismo, de esperanza.

Guène no tiene previsto votar en las elecciones presidenciales de 2007; es su forma de rebelarse contra el abismo existente, a su juicio, entre la lucha personalista de la política francesa actual y los problemas reales que aquejan a la población en una dimensión local. Ella defiende el trabajo de proximidad, demanda ayudas para las entidades que se dedican a desarrollarlo y vaticina la posibilidad de que se repitan los graves disturbios de noviembre si no adoptan medidas eficaces para evitarlo, que a su juicio pasan por una implicación decidida por parte del Gobierno.

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