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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Conferencia Episcopal y selección de embriones

A raíz del nacimiento de Carmen, una niña que se librará de padecer distrofia muscular gracias a la selección genética de embriones, la Conferencia Episcopal ha hecho alarde una vez más de la doble moral de las autoridades eclesiásticas españolas.

Una vez más, se confunde, y confunde a la opinión pública, al conceder propiedades de ser humano a un conjunto de ocho células madre. A esos conjuntos de células los denomina "hermanos" de Carmen. A tenor de estas declaraciones públicas, se diría que los embriones tempranos, con enfermedades hereditarias graves, tienen para la Conferencia Episcopal igual o más importancia que las personas, niños incluidos, que mueren diariamente en injustas guerras.

Admito que las miserias que padece el Tercer Mundo no han de ser óbice para criticar las miserias reales o aparentes de occidente, pero una institución religiosa que se autodefine como universal, no puede poner a un mismo nivel a personas perfectamente desarrolladas física y espiritualmente con embriones que son humanos sólo en potencia. Entre otras cosas, porque si llevamos la expresión "en potencia" hasta sus últimas consecuencias llegaríamos a situaciones tan evidentemente absurdas que no hace falta ni debatirlas.

Pido a la Conferencia Episcopal que, de una vez por todas, adquiera una visión realmente global y universal de nuestro mundo y que aliente, en lugar de criticar, a aquellos esfuerzos tendentes a paliar el sufrimiento de las personas, venga de donde venga. Les pido respetuosamente señores obispos que dejen por un momento sus despachos y, sin ir más lejos que tampoco hace falta, visiten los extrarradios de las grandes ciudades españolas y los centros de acogida de inmigrantes y las residencias de ancianos y los centros de enfermos desahuciados y los hospitales infantiles. Visiten y convivan, y tal vez (sólo tal vez) comprendan de esta manera la verdadera naturaleza de la condición humana.

Y, para acabar, antes de pronunciarse sobre temas científicos déjense asesorar por personas cualificadas.

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