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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Macondo andaluz

El narrador omnisciente de esta primera novela de Luisa González (Jaén, 1967) es el dueño absoluto del pasado, el presente y el porvenir. Conoce todo pormenor contenido en la mente de los personajes y el significado profundo de cualquier acontecimiento y presenta con su labia primorosa un mundo estático, irreal, mítico y decadente. Si el pueblo retratado era en el pasado un lugar próspero, actualmente vive en plena degradación, con el añadido de una epidemia de fiebre tifoidea que multiplica la actividad del carpintero proporcionando ataúdes. Más que sucesos, escasos y antiguos, el narrador presenta situaciones y el único acontecimiento que puede torcer el rumbo negativo de la narración es que el buscador de guacas (de tesoros) encuentre el saco de dinero que el difunto propietario del negocio más floreciente de la época del esplendor, el cultivo y manipulación de esparto, se supone que ha dejado escondido.

EL BUSCADOR DE GUACAS

Luisa González

Edhasa. Barcelona, 2006

154 páginas. 14 euros

Eso no sucede en un país exótico y lejano sino en Andalucía, en un pueblo llamado El Salado, convertido en un lugar intemporal y en un tiempo que aunque convencionalmente sea el siglo XIX no pertenece realmente a ninguna época. Todo se presenta en un lenguaje procedente del realismo mágico suramericano. Es más, surge como si fuera un calco de García Márquez y ese pueblo andaluz es un nuevo Macondo. Incluso encontramos la descripción de una feria como la que iniciaba Cien años de soledad donde el coronel Aureliano Buendía conoció el hielo. La autora nombra continuamente a los personajes con su nombre y apellido, insiste en la existencia de una émula de la compañía bananera, la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España (nombrada así, siempre, con todas las palabras) que, como aquélla, produjo la destrucción del pueblo. Los personajes adquieren caracteres míticos y alguien puede ser definido como "la mujer más hermosa del mundo" o dos niñas, una de ellas con cola de sirena, pensar que a una mujer "ángeles invisibles la llevaban en volandas". También en la resolución de la historia el amor y el sexo cobran caracteres míticos y se resuelven con frases tajantes y excesivos tópicos.

Este ejercicio literario tiene valor por sus pasajes brillantes, por algunas imágenes sugerentes y por el evidente dominio de la lengua que demuestra poseer Luisa González, pero no consigue hacernos olvidar la excesiva dependencia de su modelo por más cosas admirables que éste pueda tener. Por ello, la autora queda emplazada desde ahora mismo a ofrecer obras más personales.

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