India, dos ciudades

Calcuta, la intelectual, cuna del renacimiento bengalí; la roja, gobernada desde hace más de veinticinco años por comunistas; la solidaria, pues acoge a más organizaciones humanitarias por metro cuadrado que ninguna otra ciudad del mundo; la religiosa, con su venerada patrona, la negra y sanguinaria diosa Kali, destructora y a la vez creadora, a cuyo templo de Kalighat acuden millones de peregrinos; la fluvial y portuaria, situada en uno de los brazos navegables del delta del Ganges a pocos kilómetros de su desembocadura en el golfo de Bengala. Calcuta es mi ciudad en la India, ella me ha acogido durante meses y me ha cuidado.

Bombay, la marinera, con el puerto más importante de la India; la moderna, con sus rascacielos y su frenética vida económica y social; la radiante, con sus famosísimas estrellas de cine; la más poblada de la India, desde que en 1970 le quitó este título a Calcuta; la portuguesa, que todavía conserva preciosos edificios de cuando fue lusa; la parsi, de los zoroastrianos con sus templos del fuego y sus torres del silencio; la mestiza, receptora de emigrantes llegados de todas partes de la India y también la convulsa, con conflictos sociales sangrientos y donde la desigualdad se hace más patente. Dos ciudades fascinantes donde el viajero puede perderse. A esos viajeros, ya sean de tren o de sillón, les recomendaría que leyeran La gran novela de la India, de Shashi Taroor (Akal), y Líneas de sombra, de Amitav Ghosh (Anagrama).

Lugares fascinantes donde el viajero puede perderse

Ana M. Briongos, autora de ¡Esto es Calcuta! (Ediciones B), finalista del Premio Viajeros 2005, en el que mezcla la visión personal con un retrato de la ciudad que brinda al viajero la posibilidad de una visita más allá del tópico turístico. Novedades literarias: Ciudad total: Bombay perdida y encontrada (Mondadori), de Suketu Mehta.