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Columna
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El tirano de La Moncloa

En un brillante artículo contaba aquí Pedro Ugarte cómo se le indignaban gentes de derechas porque Zapatero no iba a la misa del Papa. Sus interlocutores no frecuentan ceremonias de tal cariz, pero eso no les aflojaba el horror. Podría seguirse el argumento: es probable que la indignación fuese equiparable (o mayor) si Zapatero avisa que iba a la misa, lo que quizás se hubiese interpretado como gesto demagógico y maquiavélico impropio de un presidente que es anticristiano convicto; y si va a la misa de Valencia le hubiesen sacudido insultos a mansalva. "Se nota que es rojo", resumía un neocatecúmeno.

Nada de lo que haga el Déspota de La Moncloa dejará de suscitar la irritación derechosa. Seguramente ningún personaje de nuestra vida democrática ha concitado tanta animadversión (¡en sólo dos años presidenciales!). Basta oír la radio, ojear la presa o pasear por Internet para reparar en la multitud de insultos que le endilgan. Asombra. Entre otras cosas, el Nerón socialista es: imprudente, necio, ignorante, desmemoriado, calumniador, maleducado, desquiciado, irresponsable, "el más vil de todos los presidentes de la democracia", indigno, bufón, botarate, rojo (en plan peyorativo), republicano (ít.), histrión, "el hazmerreír del mundo entero", radical, extremista, paranoico, guerracivilista, caradura, "sepulcro blanqueado", piojo resucitado, hipócrita,traidor, cobarde, apóstata (esperan que le excomulguen cuanto antes), trilero, antisemita, bobo solemne, tonto, un "ser asqueroso", insensato, rencoroso, "absolutamente enloquecido", indigente intelectual, inculto, liberticida, torpe, ambicioso, "tipejo sinvergüenza", rompespañas, "nuevo rico", entreguista, "outsider", ogro, "el demonio que nos está gobernando", un desgraciado, bandolero, borriquito, asesino, inútil, zoquete, bobo (a secas), intolerante, fascista, iluminado, déspota, perro traidor, masón, dictadorzuelo, perverso, pervertidor, "el político más incompetente que ha tenido España", "maricón", etarra, cómplice (de terroristas), lameculos (de terroristas), estúpido, estereotipo de inepto, enemigo de la civilización, individuo con encefalorama plano, frío, calculador, "un genio del mal", demagogo, populista, hipócrita, genocida, antidemócrata, promotor del "frente anticonstitucional", imbécil total, gilipollas, analfabeto, anticristo, gafe, mentiroso, "ateo corporativista", repugnante, mal vestido, maloliente, malvado, manipulador, zafio, indecente, veleidoso, estúpido, "el borrego mayor", malévolo, bocazas, mendaz, idiota, bastardo, neocaudillo, engreído, pordiosero, felón, anarcoide, capullo, chantajista, judas, temerario, ágrafo...

Buena parte de estas invectivas procede del anonimato que convierte a Intenet en un reino de la estulticia e irresposabilidad. Pero sorprenden la abundancia y proliferación de afrentas -como si España hubiese encontrado en el improperio su razón de ser-, la saña con la que están escritas, incluso el odio que emanan -a veces da la impresión de que el autor de la lindeza ha quedado corrido de satisfacción-. Son actitudes que casan mal con las añoranzas del "espíritu de la transición" que suelen acompañar a las invectivas y que el Atila de León quiere destruir con "la más abyecta bajeza y envilecimiento".

Lo peor: esta retahila de despropósitos desarrolla las descalificaciones semanales que lanzan los líderes populares y los periodistas que les jalean o acarrean. El mismo Rajoy aseguraba esta semana que el de La Moncloa es un irresponsable, comete disparates, rompe los grandes acuerdos de la transición, el consenso sobre España y la lucha contra el terrorismo, entre otros desaguisados. Para atemperar las cosas, va Acebes y remata con que es un hooligan. Y así, este sujeto ZP, "torpe", "maligno", que "destruye la familia, la nación y la educación", que "destruye España", que "destruye el ecosistema", nos lleva a la "marginación exterior" y a "la crispación" y empobrecimiento, mientras se burla del Parlamento, insulta a las víctimas del terrorismo, liquida el régimen constitucional del 78 y provoca la "disolución y balcanización de España", este "ignorante sin escrúpulos", el "autócrata Zapatero", un "anarquista radical y marxista" con "retórica fascista". En el País Vasco, asegura el PP, "Zapatero era el caballo de Troya dentro del Pacto Antiterrorista". Y se ha rendido ante ETA, entregándoselo todo. ¡Y sin que aún haya nada!

Toda esta desmesura, que refleja nuestro ambiente público caído en la bajeza, constituye un absoluto desatino. No es claro que la oposición consiga así el poder, pero sí que a fuerza de dislates nos condena a la degradación política.

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