"Aquí sólo hay bares y bancos"
En Las Tablas, habitado por parejas jóvenes con hijos, siguen faltando dotaciones publicas
Sonia vive con su marido en el nuevo barrio de Las Tablas, al norte de Madrid, desde hace tres años. Tienen dos hijos, de tres años y ocho meses. "Nos mudamos aquí para que los niños estuvieran más cómodos, para que cuando sean más mayores puedan bajar al jardín y a la piscina solos", cuenta en el patio de su casa. Todos los edificios tienen piscina, trastero y garaje. Hoy, un piso de unos 80 metros cuesta 80 millones de las antiguas pesetas. No hay gente mayor. Todo son parejas jóvenes con hijos. Muchos pisos aún están vacíos.
"Cuando vinimos nos dijeron que con la Operación Chamartín aquí terminaría habiendo de todo. Que sería un barrio normal. Pero han pasado los años y no hay de nada. Sólo bares y bancos", protesta Sonia. En la zona no hay servicios de ningún tipo. Sólo está abierta una escuela infantil con 45 plazas por curso. Algunos vecinos deciden no empadronarse en la zona para poder llevar a sus hijos al colegio donde tocaría por su residencia anterior.
Las Tablas depende del distrito de Fuencaral-El Pardo y el centro de salud más cercano está ahí. "Yo todavía no me he dado de baja del de mi anterior barrio y así puedo seguir yendo", revela Sonia. Los bajos de los edificios, o están vacíos o son bares o bancos. Uno al lado de otro. Para hacer la compra hay que coger el coche y desplazarse varios kilómetros hasta un Carrefour. La plaza del barrio son los centros comerciales.
La estructura urbana de la zona, por ahora, es puramente estadounidense. Aunque la arquitectura recuerda más al estilo costero de Levante. Y no hay iglesias. Parecería que los barrios del futuro prescinden de lo religioso. La comunicación es muy mala: el metro está en construcción, pero aún no llega.
La zona está rodeada de grandes edificios de oficinas. A las siete y media salen de trabajar los ejecutivos de la zona. Se mezclan en el paisaje en construcción con las madres que pasean a sus niños en los carritos. De fondo se oye el chapoteo de las piscinas que tienen todos los inmuebles. Aquí, una caña cuesta 1,20 euros.
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