_
_
_
_
HEZBOLÁ | Escalada militar en Oriente Próximo

El Partido de Dios aumenta su popularidad entre los chiíes

Cinco años antes que Hamás, en 1982, Hezbolá, el Partido de Dios, nació con el aliento de los Guardianes de la Revolución del Irán de Jomeini en un Líbano que se desangraba en la guerra civil. El país acababa de ser invadido por el Ejército israelí, que pretendía instaurar a un presidente amigo, el cristiano Bashir Gemayel, y perseguir a las milicias de la Organización para la Liberación de Palestina.

El acoso al ocupante se desató en el sur, el baluarte chií de Hezbolá. En 2000, el Tsahal se retiraba tras haber sufrido cientos de muertos. Fue la milicia chií, que aún reclama la devolución de las granjas de Cheba ocupadas por Israel, la que consiguió la retirada y su prestigio perdura no sólo en Líbano. El jeque Hasan Nasralá, jefe carismático del partido-guerrilla, se ha convertido en icono para buena parte del mundo árabe.

Más información
Israel se hace fuerte en el sur de Líbano
El futuro ya es pasado en Beirut
Rearmados tras la retirada de Gaza

Ahora, tras el ataque a una base del norte de Israel, la captura de dos soldados y después de los devastadores bombardeos de la aviación judía, ha recabado más simpatías aún entre los chiíes. Más dudoso es que la población de cualquiera de las otras 17 confesiones que conviven en Líbano hayan visto con buenos ojos la agresión que desató la crisis.

Los expertos apuntan que Irán y Siria han empujado a Hezbolá para desviar la atención. Damasco ya fue obligada a retirar sus tropas de Líbano tras 30 años de protectorado. Teherán lidia con la amenaza de sanciones por su rechazo a abandonar su programa nuclear. Poco se habla ahora de ello. Hezbolá ha matado en 10 días a 19 soldados y a 15 civiles israelíes. Sus cohetes han paralizado la economía y convertido las ciudades de Galilea en páramos.

Hamás aplaude. Hezbolá y Hamás se equiparan en que ambos han forjado su influencia en la resistencia al ocupante y en una red social y caritativa que ha suplantado durante años a un Estado ausente. La resolución 1.559 del Consejo de Seguridad exige el desarme de las milicias en Líbano, pero el Gobierno de Beirut es incapaz de cumplirla. El primer ministro, Fuad Siniora, respondía a la pregunta de si al Ejecutivo le falta voluntad política: "Hay que conocer Líbano".

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_