El comienzo de la Guerra Civil en Zaragoza
La Guerra Civil no empezó en Zaragoza el 18 de julio, sino el 25, el día de Santiago. El gobernador militar, general Cabanellas, tuvo la habilidad de mantenerse aparentemente neutral, pronunciando por la radio discursos con el tono de "aquí no pasa nada", que terminaba con un ¡Viva la República!
Así logró apaciguar a las distintas facciones de izquierdas, anarquistas, comunistas, sindicalistas, que de haberse unido con la insurrección pudieron haber dado un giro totalmente distinto a la contienda.
Pero los requetés de Navarra, cuando llegaron a Zaragoza el 25 de julio del 36, procedieron a encarcelar y fusilar a los presuntos insurrectos, entre ellos a un dependiente que tenía mi padre en la tienda. El chaval tenía 18 años, era boxeador, y yo, con 12, lo admiraba como a un dios. Se llamaba Antonio Medrano, era comunista y solía decirle a mi padre, cuando se organizaba algún jaleo durante los últimos días de la República: "Don Ildefonso, mañana va a haber tortas, pero usted no se preocupe, que no le pasará nada". Un día, Antonio no acudió al trabajo. Mi padre lo buscó por todos los cuarteles, comisarías y prisiones de Zaragoza, pero nadie supo darle razón. Aquella noche se lloró mucho en casa. Mi padre era carlista, pero desde entonces, cantaba La Internacional. Claro está que le gustaba mucho la música y, naturalmente, prefería la emocionante melodía de La Internacional a la muy burda del Oriamendi. Siempre estaba cantando: jotas, zorcicos, fragmentos de zarzuela, cualquier cosa de su gusto, con buena voz y mejor entonación. Cuando, terminada la guerra y en plena transición, empezó a oírse por las calles La Internacional, yo ya me la sabía, con letra y todo.
Al leer ahora EL PAÍS me doy cuenta de que se ignora casi por completo lo sucedido en Zaragoza antes del 25 de julio. Incluso un historiador como Hugh Thomas falsea las cosas cuando afirma que "las tropas se repartieron por las calles al alba y se adueñaron de los principales puntos de la ciudad antes de que los sindicatos organizasen la menor resistencia".
Como no soy historiador presento aquí los lúcidos recuerdos de un niño de 12 años.
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