"Hay que mantener las mamografías toda la vida"
Pocas veces un nuevo uso de un fármaco ya conocido, el trastuzumab (un medicamento que se emplea contra el cáncer de mama), ha sido presentado con tanta solemnidad. El presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica, Alfredo Carrato, jefe del servicio de Oncología del hospital Miguel Hernández de Elche (Alicante), fue el encargado de hacerlo en la sede del Consejo General de Colegios de Médicos en Madrid. El nuevo uso del fármaco como una terapia que se debe empezar a dar a la vez que la quimioterapia fue aprobado el lunes por la Agencia Española del Medicamento.
Pregunta. ¿Por qué tanto interés en un producto que ya se conocía y cuya única novedad es que se adelanta el momento de su empleo?
"4.000 mujeres al año tienen un cáncer de mama que mejora con el trastuzumab"
Respuesta. Porque mejora de manera significativa la esperanza de vida de las pacientes con un tipo muy agresivo de cáncer de mama. Disminuye las probabilidades de recaída un 46%, que es un porcentaje muy importante, y entre un 33% y un 34% las probabilidades de morir. Son resultados espectaculares.
P. ¿Cuántas mujeres se podrán beneficiar de su efecto?
R. El cáncer de mama es el más frecuente entre mujeres. Cada año se diagnostican entre 16.000 y 17.000, sobre un total de 170.000 cánceres. Aunque el medicamento tiene un ámbito de actuación restringido a los tumores con el gen HER2-neu, esta subpoblación representa el 25% del total, lo que supone unas 4.000 mujeres al año. Con este medicamento el mal pronóstico que hasta ahora recibían estas mujeres desaparece y se convierte en uno mucho mejor.
P. ¿Se hereda el gen que causa este tipo de tumor?
R. No, el HER2-neu no se hereda, aparece después del nacimiento. Precisamente hoy [por ayer] hemos presentado un libro en el que se explica cómo tratar ese 5% o 10% de cánceres que se heredan. Hay alteraciones que sí se heredan y conllevan una mayor probabilidad de tener un cáncer, como los genes BRCA1 y BRCA2, que producen el 70% de los cánceres de mama. Pero además de estos genes, se heredan muchas veces cosas que facilitan el cáncer, como formas de metabolizar sustancias externas o internas. Por eso, por ejemplo, hay fumadores de tres cajetillas al día que nunca tienen un cáncer de pulmón, y otros que fuman muy poco en cambio sí que lo tienen. Todo depende de si tienen un proceso acelerado o perezoso de eliminación de los cancerígenos del humo. Si este proceso es lento, el agente cancerígeno permanece más tiempo en el cuerpo y, lógicamente, causa más daño.
P. Cuando se sepa más sobre la relación entre genes y cánceres, ¿habrá que incluir los análisis genéticos entre las medidas de prevención del cáncer?
R. Habrá que hacer identificaciones cuando en una familia haya muchos casos de cáncer de mama que se salgan de la casuística normal, y en esos grupos habrá que ver si hay factores genéticos. Hay que hacer una política preventiva con fármacos, tratamientos quirúrgicos, mamografías y, si hace falta, análisis genéticos. Y habrá que tener en cuenta no sólo a los grupos que tengan un gen alterado o ya mutado.
P. Ha mencionado las mamografías como prevención, pero a muchas mujeres dejan de hacérselas cuando son mayores porque se cree que, si tienen un tumor, no van a resistir el tratamiento correspondiente. ¿Qué opina?
R. Estoy absolutamente en contra de que se abandone la prevención con la edad. Yo he tratado a mujeres con 90 años. Lo importante no es la edad, sino el estado general. A veces, las mujeres a los 50 años están muy envejecidas porque tienen otras complicaciones, y las hay de 70 o 80 años que tienen un estado muy bueno. Las mamografías hay que mantenerlas toda la vida.
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