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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Horror en Bombay

Una cadena de siete explosiones causó ayer una carnicería humana en los ferrocarriles suburbanos de Bombay, la capital económica de India. Las cifras producen espanto: muchas decenas de muertos y centenares de heridos por el estallido de bombas activadas mediante temporizador en trenes de siete estaciones pertenecientes todas ellas a la línea oeste del suburbano de Bombay. No cabe duda de que se trata de un atentado, organizado además con la siniestra alevosía de hacer estallar los artefactos en la hora punta del transporte, pasadas las seis de la tarde, en vagones abarrotados de trabajadores. Como es natural, el espanto se ha extendido por todo el país. El infausto día se inició con la muerte de siete personas, seis de ellas turistas, en la localidad de Srinagar, a manos de supuestos militantes islamistas.

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Matanza terrorista en India

El paralelismo con la matanza de Madrid el 11 de marzo de 2004 es inevitable, como es fácil entender por la instalación de bombas en vagones de trenes de cercanías y se traduce incluso en imágenes similares de trenes despanzurrados. Los terroristas responsables del múltiple atentado de la ciudad india parece que han copiado el macabro procedimiento de los comandos que asesinaron a 191 personas en Madrid. Y se repite, en una macabra clave numérica que más parece una rúbrica, la fecha fatídica del día 11, en la que se producen atentados por tercera vez.

Las primeras sospechas de este "crimen contra la humanidad", como lo ha definido Amnistía Internacional, apuntan a que se trata de un asesinato en masa perpetrado por terroristas paquistaníes. La capital económica que es Bombay tiene una triste historia de terrorismo, a cargo de los grupos musulmanes que reivindican para Pakistán la entera Cachemira y consideran a India, junto a Israel y Estados Unidos, su particular eje del mal. El horror de la matanza indiscriminada de civiles indefensos causará sin duda un terrible impacto sobre la sociedad india, a pesar de que su vertebración institucional en la última década ha aumentado y su situación económica la ha convertido en una potencia comercial emergente en el Sureste asiático, con un capitalismo muy dinámico y unas clases medias muy activas y preparadas para el futuro.

Como toda acción terrorista, ésta busca sembrar el caos y crear el máximo desconcierto entre los ciudadanos, terreno abonado para reacciones en cadena de represalia contra la población de religión islámica y de enfrentamientos entre comunidades. En el caso de India es muy probable que los terroristas hayan querido activar concretamente el potencial explosivo de las relaciones de antagonismo entre fundamentalistas islámicos y nacionalistas hindús. Es de esperar que fracasen en toda la línea.

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