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No eran nubes, era polvo

Una masa de aire del Sáhara disparó ayer la contaminación del aire en la capital

Jesús Sérvulo González

Los madrileños no necesitaron ayer gafas de sol. El cielo de la capital tenía un color amarillento, porque estaba cubierto por una masa de aire procedente del norte de África que se encargó de atenuar los efectos de los rayos de sol. Un total de 10 de las 23 estaciones de medición atmosférica que funcionaban ayer superaron el umbral de alerta establecido por el Ayuntamiento de Madrid, frente a siete el día anterior. El Consistorio asegura que para medir estos niveles hay que considerar medias diarias. Los ecologistas dicen que la masa de aire africano no debe ocultar la elevada contaminación.

Un fenómeno atmosférico ha traído a Madrid una nube de polvo africano. El cielo de la capital estaba ayer turbio. Una neblina amarillenta lo cubría todo. Los coches tenían una fina pátina de polvo y muchos madrileños notaban alguna dificultad para respirar. "Se notaba el ambiente más cargado que otros días", cuenta un vecino de la plaza de Luca de Tena, el lugar de Madrid donde se registra más contaminación. A las 12.00 de ayer la estación superaba los 180 microgramos de partículas en suspensión, 30 más que el umbral de alerta.

De las 23 estaciones de medición abiertas, 10 superaron el umbral de alerta
La situación se agravó por una anomalía atmosférica conocida como inversión térmica
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El Ayuntamiento de Madrid alertó el lunes de la llegada de una masa de aire sahariano y aconsejó a la población más sensible que evite realizar actividades físicas al aire libre y recomendó el uso del transporte público. "Los niveles de contaminación atmosférica debidos a las partículas en suspensión podrían alcanzar valores superiores a los registrados normalmente en Madrid", reconoce el Consistorio. "La llegada de polvo africano es frecuente y se debe a fenómenos naturales", explica Ángel Sánchez, director general de Sostenibilidad y Agenda 21 del Ayuntamiento. "Durante junio tuvimos avisos del Instituto Nacional de Meteorología de 17 días seguidos", añade.

El fenómeno se produce por la coincidencia de dos anticiclones sobre el Atlántico, uno en las Azores y otro en el noroeste de la Península. Entre ambos, se crea un pasillo cargado de partículas procedentes del desierto del Sáhara. Sus componentes son principalmente arcillas (cuarzo y óxido de hierro) que dan ese color amarillento al cielo. La situación se agravó ayer por una anomalía atmosférica. La capital vivió una inversión térmica por la cual una masa de aire frío se mantuvo en las capas más altas y frenó la ascensión del aire más caliente que contiene las partículas en suspensión. Este fenómeno se difuminó a partir de las tres de la tarde.

De las 23 estaciones de medición atmosférica en funcionamiento del Ayuntamiento, 10 superaron el umbral de alerta. Éstas son las de Santa Eugenia, paseo de Pontones, plaza de Castilla, plaza de Fernández Ladreda, Cuatro Caminos, Escuelas Aguirre, barrio del Pilar, plaza de España, glorieta de Carlos V y, General Ricardos. A partir de este nivel las partículas microscópicas que se quedan en el aire agudizan las crisis de asma y las alergias. Además, otras nueve marcaban valores por encima del nivel de información a la población.

El Ayuntamiento establece que cuando la concentración de partículas en suspensión superan los 150 microgramos por metro cúbico hay una situación de alerta y la población más sensible (mayores, niños y personas con problemas respiratorios) pueden sufrir episodios respiratorios ante una exposición continuada.

Sánchez precisa que han de considerarse los valores medios diarios y no picos puntuales, como dicen los ecologistas. "Ayer a las seis de la tarde el valor medio de todas las estaciones estaba en 77 microgramos por metro cúbico", explicó. El responsable municipal reconoce que hace un mes y medio que no llueve en Madrid, además, "debido a la sequía no se han podido baldear las calles. Muchas de las partículas en suspensión se levantan del suelo", sostiene.

Juan García, de la organización Ecologistas en Acción dice que no hay que ocultar el problema de la contaminación de Madrid por este fenómeno. "En los parques o en los lugares donde los ciudadanos practican deporte debería haber una señalización advirtiendo de los niveles de contaminación", explica García.

El Ayuntamiento estudia las condiciones y ubicación de todas las estaciones de medición meteorológicas para modificar su situación. "Algunas incumplen las condiciones de micromedición", asegura Ángel Sánchez. "Se debe a la propia antigüedad de la red. Cuando se instalaron no había normativa comunitaria y se establecieron en las zonas donde había más contaminación. Ahora, cada grupo de contaminantes se debe instalar en un lugar determinado", indica. Los ecologistas advierten de que "no hay que bajar la contaminación cambiando las estaciones de sitio". García rechaza el cambio.

Una imagen de la contaminación de la ciudad tomada ayer desde la A-3.
Una imagen de la contaminación de la ciudad tomada ayer desde la A-3.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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