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Crítica:FESTIVAL DE MONTREUX | Carlos Santana
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Noche de ritmo y fútbol

Velada curiosa en esta 40º edición del Festival de Montreux, en la que el público deseó tener el don de la ubicuidad para poder repartirse entre los conciertos de Santana, Gotan Project, Taj Mahal y la final Francia- Italia de la Copa del Mundo de fútbol. Tanto fue así que la segunda parte del maratónico concierto del guitarrista chicano debió esperar a que la tanda de penaltis diera como vencedora a Italia ante la alegría desatada de Carlinhos Brown y sus huestes de percusionistas africanos y brasileños.

El concierto del domingo fue el primero de los tres que Carlos Santana ha preparado para Montreux, y que no se repetirán dada la imposibilidad de volver a reunir sobre un escenario la impresionante lista de artistas invitados.

La fiesta comenzó con Santana encabezando un nutrido grupo de percusionistas brasileños, que a ritmo de samba y batucada comenzó un desfile a orillas del Lago Léman para acabar en el escenario del Auditorio Stravinski ante un público entregado a la tormenta de ritmo. Tras orar ante una imagen de Cristo instalada sobre su amplificador de guitarra Santana hizo un llamamiento "a Jesús, Jehova, Alá, Krishna y Buda" por la paz mundial. No faltó la nota política en la que el guitarrista se desmarcó de la actual Administración de la Casa Blanca diciendo: "nosotros no somos como Bush", antes de expresar el deseo de "poder viajar con sus músicos por todo el planeta para hacer lo que la ONU es incapaz de hacer: traer la paz".

En una sala llena a reventar y, por una vez, sin sillas, hizo su entrada triunfal Carlinhos Brown. A partir de allí comenzó un viaje musical que llevó al respetable desde las raíces de la música africana de la mano del griot Mory Kanté acompañando de su kora hasta experimentos más cercanos al jazz y al funk de la mano de la diva Angelique Kidjo. La combinación del particularísimo sonido de la guitarra de Santana con los instrumentos tradicionales africanos produjo resultados sorprendentes y felices en el punto fuerte de la velada: una versión del clásico de Bob Marley Africa Unite con Idrissa Diop y Kidjo acompañados por la poderosa batería de Denis Chambers. Ya avanzada la noche, Santana pidió "a los pueblos de América Latina, Asia y África" que inviertan sus recursos en su gente antes de la traca final a ritmo de samba con todos los artistas en escena dirigidos por un apasionado Carlinhos Brown al tambor y con el público bailando desatado.

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