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Reportaje:

Sin derecho a volver a casa

Marruecos abandona en el desierto a cinco marineros cuyo barco se averió

Carlos E. Cué

"Estar en tierra de nadie es lo peor que te puede pasar", dice con desesperación Mohammed Kamara, un hombre de 44 años de Sierra Leona. Allí sigue, con otros cuatro compañeros, por un golpe de mala suerte. No es inmigrante ni quiere serlo, de momento.

Es un marinero experimentado al que se le ha estropeado el barco y, confundido con un inmigrante más, ha sido expulsado de Marruecos a una zona minada, en pleno desierto, a pocos metros de Mauritania. Una zona que todos llaman allí Kandahar, porque recuerda a las imágenes de la ciudad afgana: nada salvo polvo y una carretera por donde pasan camiones que a veces les dan agua y comida. No pueden ir hacia Marruecos, que los ha echado, pero Mauritania tampoco los deja pasar hacia Gambia, de donde salieron.

Mohammed: "Yo no soy inmigrante; no pido dinero ni comida; sólo quiero volver a mi país"

Mohammed y sus cuatro colegas de desgracia vivían en Gambia. Él, según cuenta al teléfono, llegó allí huyendo de la guerra en su país. Todos son marineros veteranos y muestran sus cartillas selladas en varios puertos de toda África a los voluntarios españoles de Médicos del Mundo que los atienden. El más joven tiene 30 años y el mayor 50. No tienen el perfil de sus compatriotas que se embarcan en cayucos para llegar a Canarias.

En Gambia, un español llamado Manuel les contrató como tripulación para llevar su barco pesquero, el Captain MV Sola, de vuelta a España. Mohammed dice que el buque estaba viejo, pero el trabajo era bueno y aceptaron.

El barco comenzó a fallar cuando atravesaban la costa marroquí. Tuvieron que parar en Dajla, una de las ciudades de la antigua colonia española del Sáhara Occidental. El patrón volvió a España para tratar de buscar las piezas necesarias para arreglar el buque. Y ellos se quedaron en el puerto, perdidos en un país extraño, aunque confiados. Pero la policía marroquí no quiso saber nada de sus explicaciones, según cuentan, y los expulsó como a cualquier inmigrante que encuentra en su territorio. Les dijeron que los mauritanos les dejarían pasar sin problemas. La realidad era bien distinta.

Ahora sólo quieren volver a Gambia, donde estaban al principio de esta aventura. Pero no pueden llegar porque los mauritanos no les dejan pasar. Pino González, responsable de Médicos del Mundo en Nuadibú, ha comprobado todos los extremos de la historia poniéndose en contacto con la agencia en Gambia para la que trabajan y a la que acudió el español para contratarlos. Todo parece cuadrar, pero nadie propone una solución, porque no tienen visado para volver a su país. Pino ha hecho gestiones humanitarias con el Gobierno de Mauritania para buscar una salida a la situación de estos cinco marineros y permitirles volver a su país.

Así, llevan 12 días, en pleno desierto, a 25 metros de la frontera, malviviendo en una especie de tienda de campaña que se han fabricado con plásticos sueltos. Se asustan cuando los responsables de Médicos del Mundo les explican que están prácticamente rodeados de minas, que no deberían salir de la carretera porque es muy peligroso.

"No soy inmigrante, no pido dinero, ni comida, no tengo nada de eso, pero sólo quiero que me dejen volver a Gambia a ganarme la vida", señala Mohammed, que añade: "No lo entiendo. No quiero ir a Europa, quiero volver a mi país, pero tampoco me dejan hacer eso. ¿Qué clase de ley impide a alguien volver a su casa?", se desespera Mohammed. Hoy será su duodécimo día en el desierto, en tierra de nadie.

Los cinco marineros, en tierra de nadie, entre Marruecos y Mauritania.
Los cinco marineros, en tierra de nadie, entre Marruecos y Mauritania.MÉDICOS DEL MUNDO

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