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Crítica:ÓPERA DE HOY
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las afinidades electivas

Pasemos por alto si For Samuel Beckett, título con el que se cierra el ciclo sobre ópera de nuestro tiempo, es propiamente una ópera o más bien un concierto con figuras. Tiene puesta en escena, eso no se puede negar, de un artista tan prestigioso como Achim Freyer, conocido sobre todo a nivel internacional por su deslumbrante montaje de La flauta mágica, de Mozart, en Salzburgo, pero que ha probado fortuna en escenificaciones teatrales que van desde la Misa en si menor, de Bach, a La cerillera, de Lachemann, pasando por Tristán e Isolda, de Wagner. Freyer es pintor y se nota.

Se parte de las relaciones entre Beckett y Feldman. Se encontraron por primera vez en 1976 en el teatro Schiller de Berlín. El compositor quería que el dramaturgo escribiese un texto para una ópera. Beckett le contestó sin paliativos que no amaba la ópera. "No me gusta que mis palabras sean ilustradas con música", dijo. "Estoy enteramente de acuerdo", contestó el compositor. En fin, como suele suceder con estos desencuentros iniciales, al año siguiente se estrenó Neither, con texto de Beckett y música de Feldman. Es un monograma más que una ópera, pero, bueno, no es tan grave. Hace un par de años la integró en su temporada el teatro São Carlos de Lisboa.

For Samuel Beckett

De Morton Feldman. Ensemble musikFabrik. Dirección musical: Peter Rundel. Freyer Ensemble. Dirección de escena: Achim Freyer. Teatro Español. Madrid, 8 de julio.

Lo de For Samuel Beckett es más discutible como genero lírico -no hay voces- pero se puede sostener como teatro musical. La música es Feldman en estado puro. Hipnótica. Expresionista a la americana, por buscar relaciones pictóricas (el compositor puso música a filmes de Jackson Pollock y Willem Kooning, entre otros). Que tenga mucha o poca correspondencia con la literatura de Beckett es cuestión de imaginación. La música se escucha con agrado -Peter Rundel dirigiendo es una garantía- y las imágenes son plásticas, minuciosamente estudiadas, diferentes a lo habitual, con un punto enigmático. Es, en conjunto, un espectáculo que interesa.

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