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Dos de cada tres africanos dicen que se han sentido discriminados

El Observatorio de las Migraciones incluye en su encuesta varias preguntas para averiguar qué percepción tienen los madrileños -autóctonos o inmigrantes- de las personas con nacionalidad diferente a la suya. Las conclusiones son diversas: los inmigrantes -excepto los africanos- otorgan las puntuaciones más elevadas a los españoles; los africanos, especialmente los marroquíes, reciben las valoraciones más bajas por parte de los demás grupos; y los europeos del Este, africanos y latinoamericanos "se estigmatizan mutuamente entre sí".

Entre los españoles, los que más recelo muestran hacia otras nacionalidades son los mayores de 65 años; los jóvenes que expresan rechazo lo hacen en dos direcciones: una "antieuropea" y otra reticente ante ciertas nacionalidades suramericanas.

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Las conclusiones del informe recogen que "el 90% de la población adulta nunca se ha sentido discriminada en Madrid debido a su origen, rasgos, cultura, idioma o religión". Pero al bajar la lupa al colectivo inmigrante las cosas cambian: el 65% de los africanos, el 40% de los latinoamericanos, asiáticos y europeos del Este, y el 24% de los europeos comunitarios se ha sentido discriminado en alguna ocasión por su origen -algo que también dice haber sentido el 4% de los autóctonos, en algún caso por proceder de otra autonomía y en otros por sentir que se privilegia a los inmigrantes-.

Núcleos de resistencia

El 15% de los encuestados rechaza expresamente la presencia de personas con distintos rasgos físicos o idiomas diferentes, y un 20% ve con malos ojos que se practiquen distintas religiones o se vean personas con "distintas pintas". El informe subraya un dato sorprendente: "En general, la permeabilidad hacia lo diverso parece estar muy extendida entre el grueso de la población madrileña. Existen, no obstante, núcleos de resistencia o rechazo que resultan más fuertes entre las personas procedentes de Asia o Europa del Este que entre la propia población autóctona".

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Si pudiera elegir, el 82% de la población adulta -el 74% entre los inmigrantes- seguiría viviendo en Madrid. Al señalar las ventajas de la capital, los extranjeros valoran cuestiones relacionadas con el funcionamiento institucional (transportes, parques, limpieza, sanidad o educación) y con aspectos socioeconómicos (oportunidades y oferta comercial); los autóctonos se fijan más en asuntos vinculados a lo "relacional" (la "marcha", la vida de calle o de barrio, etcétera).

Pero en las desventajas de vivir en Madrid todos están de acuerdo: tráfico, obras, suciedad, contaminación e inseguridad ciudadana.

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