"Las denuncias y actuaciones de oficio irán dando sentido a la Defensoría"
Maite Erro, (Leitza, Navarra, 1948) acaba de ocupar un despacho provisional con un ordenador portátil en San Sebastián, hasta que la Defensoría para la Igualdad de Mujeres y Hombres, cargo a cuyo frente fue nombrada por el lehendakari el 24 de mayo, encuentre ubicación en Vitoria. Erro es doctora en Psicología social y profesora titular de Psicología e Intervención Social y Comunitaria en la UPV. Trabaja en políticas de género desde 1995 y hasta su nombramiento fue vicerrectora de Alumnado de la universidad pública.
Pregunta. ¿Con qué equipo contará usted?
Respuesta. Va a estar compuesto por cinco personas, una asesora con formación en perspectiva de género, dos abogadas y dos administrativas.
"Habrá obstáculos desde las empresas, pero la ley hay que cumplirla. También antes el maltrato o el abuso se consideraba un asunto privado"
P. ¿Por dónde va a empezar?, ¿tiene ya plan de trabajo?
R. En cuanto tenga la sede y el equipo, me centraré en elaborar el plan de actuación para los próximos cinco años, medible en sus resultados anualmente. En diciembre espero estar en condiciones de presentarlo al Parlamento y de atender también a la ciudadanía. Antes quiero conocer las defensorías que llevan años trabajando (Noruega, Suecia y Finlandia), porque no quiero hacer planes sensacionales sobre el papel que luego no sean operativos, ni recorrer caminos que en otros sitios ya han descartado. La experiencia de otros nos sirve para evitar dar pasos que no lleven a ningún sitio.
P. La oposición estaba en contra de crear esta figura, y se habló de posibles roces con el Ararteko o con el propio Instituto de la Mujer, ya que estará adscrita a Emakunde pero con autonomía funcional.
R. Las competencias del Ararteko están delimitadas con precisión y su ámbito de actuación es el sector público, lo mismo que el de Emakunde, mientras que la Defensoría se crea para intervenir en el sector privado, lo cual es un avance importantísimo. Está adscrita a Emakunde, pero no tiene sujeción jerárquica ninguna.
P. ¿Cómo piensa entrar en un mundo tan poco acostumbrado a que nadie husmee en sus asuntos, como es el de las empresas?
R. También ha costado que la violencia contra las mujeres se asuma como un problema de todos, no como un asunto familiar, privado. Los pasos serán lentos, difíciles, no será un camino lineal ascendente. Hay que educar, mentalizar, convencer y transmitir las consecuencias positivas para las propias empresas del trato igualitario a mujeres y hombres. Hay estudios que lo demuestran. Cada vez más trabajos de psicología de las organizaciones arrojan datos empíricos que ayudarán a suavizar asperezas y obstáculos, aunque, sin duda, los habrá.
P. ¿Cree que una empresa le abrirá fácilmente sus puertas cuando usted acuda allí porque ha tenido conocimiento de algo atentatorio contra la igualdad?
R. Exactamente igual que cuando el Ararteko inicia una investigación...
P. Pero el Ararteko se mueve ante administraciones, obligadas a someterse a su escrutinio. La empresa es más celosa de su privacidad y reacia que a que los poderes públicos se inmiscuyan.
R. Con la boca pequeña, diremos lo que nos dé la gana, pero ahí está la ley del tabaco, aplicada en lo público y en lo privado, y chitón. Ahora llega la ley del carné por puntos, y será lo mismo. Costará más o menos, seremos más o menos remolones, pero las leyes hay que cumplirlas.
P. Cómo se demuestra que un comportamiento determinado es por razones de género? La discriminación laboral, salarial o de carrera suele transcurrir por terrenos silenciosos, difíciles de probar.
R. Esto va a ser interesante. Las denuncias o las actuaciones de oficio irán dando sentido a la Defensoría. En la práctica, no tenemos aún referentes ni un trabajo previo del que partir. Aquí está todo por hacer.
P. El 43% de las empresas cree que las responsabilidades familiares limitan el rendimiento laboral de las mujeres y el 60% piensa que la conciliación de la vida laboral y familiar es un asunto privado.
R. Vuelvo al mismo argumento. El maltrato también era antes un asunto doméstico, el abuso sexual a menores también se consideraba algo de puertas adentro. Iremos avanzando. Existe esa mentalidad, pero es por una desinformación total. Hay países, como los nórdicos, que ya han demostrado que eso no es real, que con la igualdad y la conciliación las empresas salen beneficiadas, porque las personas se motivan, se identifican más con el trabajo y dan más de sí. Yo quiero ver estudios empíricos comparativos entre una empresa que aplique políticas de igualdad y otra, similar, que no lo haga. Ahí podremos empezar a hablar, pero no a partir de opiniones que responden a creencias sesgadas y teñidas de prejuicios.
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