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Cesaria Evora presentará su disco 'Rogamar' en cinco ciudades españolas

La cantante caboverdiana regresa con ganas a los escenarios tras superar dos operaciones

Recuperada de sus problemas de salud, la cantante descalza volvió a la actividad el pasado mes de marzo con un nuevo disco, Rogamar, con orquestaciones de cuerda del brasileño Jaques Morelenbaum -arreglista habitual de Caetano Veloso- y la voz del senegalés Ismael Lô. La intérprete caboverdiana Cesaria Evora cantará mañana, viernes, en Valldemosa (Auditori Costa Nord), el 25 de julio en Madrid (Conde Duque), el día 27 en Zaragoza (Patio del Centro de Historia), el 28 en La Rábida (Foro Iberoamericano) y el 29 en Tarragona (Camp de Mart).

"Hubo un problema con unas arterias obstruidas y me tuvieron que operar dos veces en París. Dejé de beber en 1994, pero todavía fumo. Ya sé que es malo. No tengo vergüenza", dice la cantante con una carcajada.

Con su voz, absolutamente única, cinco millones de discos vendidos y cientos de conciertos por los cinco continentes, Cesaria Evora es la mejor embajadora de Cabo Verde, un archipiélago volcánico del Atlántico, azotado por los vientos y castigado por la sequía, que padeció terribles hambrunas y se independizó de Portugal en 1975. Tenía 16 años cuando conoció a Eduardo, un músico con el que comenzó a cantar. "Guardo muy buenos recuerdos. Incluso le puse su nombre a uno de mis hijos así que cada vez que lo llamo no me queda más remedio que acordarme de él".

Muestra orgullosa el pasaporte diplomático. Con cubiertas color rojo sangre. Su intérprete -Cesaria contesta en crioulo, el portugués africanizado que se habla en Cabo Verde- enseña dos y ella saca de su bolso un tercero prácticamente inmaculado. Sus pasaportes, aún en vigor, tenían ya tantos visados y sellos estampados que ha sido necesario sacarle otro nuevo. "Quizá éste sea el último", dice a sus 64 años. "No ha llegado todavía el día de parar, pero cuando llegue, adiós público, adiós escenarios. No volveré".

Siempre fue una mujer fuerte. Con tres hijos de padres diferentes. Ajena al qué dirán. "Si estaba en un bar tomándome un whisky y oía que estaban haciendo algún comentario sobre mí, me pedía uno doble, para que pudieran criticarme tan a gusto", dice con sonrisa de niña traviesa.

Rogamar, grabado en Mindelo -el puerto de la isla de San Vicente donde nació y vive- y París, contiene canciones de sus habituales Manuel de Novas y Teofilo Chantre, de jóvenes como Constantino Cardoso o Jon Luz, y una del congoleño Ray Lema. El título mezcla las palabras rogar y mar. Ese mar del que viene la riqueza traída por barcos de pesca y mercantes, pero también la saudade porque cientos de miles de caboverdianos -la mitad de la población vive fuera- tuvieron que partir en busca de una vida mejor. "El mar lo es todo para nosotros", confiesa. A ella le gusta pasar horas mirándolo, aunque no se mete en el agua ni por asomo. "No me baño porque no sé nadar, pero le hablo como si fuera una persona. Me quedo en la playa admirando cómo rompen las olas en la orilla. Según una mujer muy anciana, las olas crean una música que nosotros los humanos no entendemos. Y pienso que tiene razón porque la gente mayor decía muchas cosas que luego han sucedido".

Cize, como la conocen sus compatriotas, ha creado una asociación para apoyar en sus estudios a jóvenes con talento para la música. Y es embajadora del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, por el que niñas y niños reciben una comida caliente al día en sus colegios. "Si me piden que participe en algún espectáculo para recaudar fondos siempre pueden contar conmigo", asegura. Su abuela repartía los productos de su huerto entre los vecinos y su madre, una reputada cocinera, preparaba la célebre catchupa -guiso a base de judías, maíz... y, si hay dinero, carne- hasta para los más pobres. "En mi casa siempre hay comida, gracias a Dios, para mí y para todo aquel que venga".

Cesaria Evora, en una imagen de promoción.
Cesaria Evora, en una imagen de promoción.

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