Conmoción en Alemania tras la muerte del oso 'Bruno', abatido por tres cazadores
La muerte ayer a manos de tres cazadores, en horas de madrugada, del oso pardo Bruno, que durante semanas trajo en jaque a las autoridades y vecinos de la región alpina del estado Libre de Baviera y del Tirol austriaco, ha conmovido a Alemania. Los nombres de los tres cazadores no se han dado a conocer ante las amenazas de muerte emitidas por defensores de los animales salvajes.
La fracción parlamentaria del Partido Socialdemócrata (SPD) de Baviera exige la dimisión del ministro bávaro de Medio Ambiente, el socialcristiano Werner Schnappauf (CSU). La productora cinematográfica Wasabi Film encargó ya a una guionista y un director una película sobre la vida del plantígrado. Las casas de apuestas, que habían incluido el tema del oso en sus boletos, tendrán que pagar a los que pusieron sus dineros por la opción de que Bruno moriría antes de la final del Mundial, el próximo 9 de julio.
La sentencia de muerte se emitió el fin de semana. Las autoridades bávaras fijaron las cero horas del lunes para cazar a Bruno. A partir de ese momento, el oso sólo vivió poco más de cuatro horas y media. "Se efectuó un disparo y el oso cayó abatido", declaró Manfred Wölfl, comisionado para osos del Ministerio de Medio Ambiente de Baviera. El ministerio confirmó por la mañana la muerte del oso a las 4.50 de la madrugada. Fue precisa la denuncia previa de un agricultor que tiene su cabaña en una zona a 1.700 metros de altura. Afirma el agricultor que salió y le gritó al oso que huyó asustado y después denunció a la policía su presencia en los alrededores.
Lo que no habían conseguido los perros y rastreadores finlandeses especializados en la caza del alce, que durante varios días se mostraron incapaces de encontrar al oso, lo arreglaron ayer los cazadores de Baviera en poco menos de cinco horas.
300 kilómetros recorridos
En las siete semanas de huida por los Alpes entre Baviera y el Tirol austriaco Bruno recorrió 300 kilómetros y se movió en un territorio de unos 6.000 kilómetros cuadrados. A diferencia del terrible lobo de Gubbia, que "devoró rebaños y devoró pastores y son incontables sus muertes y daños", Bruno se limitó a liquidar algunas ovejas, conejos, y comerse algún panal de rica miel para sobrevivir. Incluso estuvo a punto de perecer atropellado por un coche. La mala pata de Bruno fue que no encontró, como el lobo de Gubbia, a un San Francisco de Asís, sino a cazadores sedientos de su sangre.
Las autoridades de Baviera justifican la orden de disparar a matar con el peligro que suponía el oso para los ciudadanos de la región. Argumentan los defensores de la muerte del oso que no era posible dispararle una inyección para anestesiarlo porque esto exigía aproximarse a una distancia de unos 20 metros y el oso lo habría advertido.
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