Catarsis en Legazpi
Hasta 27 vecinos del Nudo Sur, afectados por las obras de la M-30, dieron ayer salida de viva voz a sus tribulaciones y pesares. Fue por la tarde, en el matadero de Legazpi, donde se habían congregado hasta 400 personas más. Argumentaron con pasión y con razones. Trataban así de persuadir a los parlamentarios europeos presentes de lo que, en su mayoría, consideran una agresión a sus vidas cotidianas, por perturbar sus recuerdos y amenazar su futuro. Se sienten atrapados en un Madrid hoy para ellos invivible, polvoriento y ruidoso, al que ya no reconocen: no se les permite pasear, ni el descanso ni el sueño; no se sienten seguros encima del crepitar de las tuneladoras; temen que sus hijos no puedan volver a respirar con normalidad. Y ello por obras de una escala insólita, que arrasan árboles y memoria convirtiendo sus vidas en una dolorosa llaga. Los parlamentarios trasladarán sus quejas a la Comisión de Peticiones y al Parlamento Europeo. Pero antes se conmovieron al ver latir en la pasión razonada de los vecinos su confianza en la democracia de los ciudadanos que Europa, ayer, para todos encarnaba.
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