Italia vota la reforma constitucional más importante en 60 años
Prodi pide el 'no' para el texto de Berlusconi, que prevé un Estado federal y refuerza al Ejecutivo
Los italianos vuelven hoy y mañana a las urnas para decidir sobre la reforma constitucional más importante desde que, entre 1946 y 1948, cayó la monarquía y se redactó el actual texto. El gran cambio, elaborado en la pasada legislatura por el Gobierno de Silvio Berlusconi, organiza el Estado de forma federal y refuerza los poderes del primer ministro. El centro-izquierda, encabezado por el actual presidente del Ejecutivo, Romano Prodi, pide el no porque cree que la reforma amenaza a la unidad nacional y concentra excesivos poderes en el Gobierno.
Hay mucho en juego. Para todos los italianos y para dos en particular: Silvio Berlusconi y Romano Prodi. La reforma constitucional constituye la principal herencia del quinquenio berlusconiano y centró la actividad de la pasada legislatura; si vence el no, Berlusconi sufrirá una derrota personal y la oposición de centro-derecha entrará en una fase tormentosa. La Liga Norte, abanderada del federalismo, ha anunciado que si no nace una nueva Constitución considerará rota su alianza con el resto de los partidos conservadores y buscará acuerdos parciales con la mayoría parlamentaria. El líder liguista, Umberto Bossi, también ha amenazado: "Si es imposible establecer el federalismo por vías democráticas", afirmó la semana pasada, "habrá que buscar otras vías".
Riesgos para todos
Prodi no arriesga menos que Berlusconi. Una victoria del sí dejaría su autoridad política bajo mínimos y le obligaría a desarrollar una reforma con la que está en desacuerdo. El presidente del Gobierno admitió el viernes que necesitaba ganar el referéndum para mantenerse en el cargo: "Éste es el momento decisivo de un enfrentamiento electoral que parece no terminarse nunca", dijo en un mitin en su ciudad, Bolonia.
El centro-izquierda ha reclamado a los ciudadanos el no con una campaña enérgica pero confusa, ya que, en último extremo, Prodi y los suyos reconocen que el federalismo y los cambios en las instituciones no son descabellados, y admiten que en caso de que la reforma de Berlusconi sea derrotada, será necesario iniciar una negociación para elaborar una nueva reforma menos ambiciosa y mejor definida, pero no muy distinta a la que se vota hoy.
La validez del referéndum no exige un mínimo de participación. Ambos bandos temen una abstención masiva y han hecho todo lo posible por movilizar a sus simpatizantes. Berlusconi, que en las pasadas elecciones generales llamó "gilipollas" a quienes no le votaran, ha declarado esta vez que quien no vote afirmativamente "no será digno de considerarse italiano", y ha utilizado todos los recursos propagandísticos de sus televisiones.
En general, los partidarios del sí han insistido en que el texto constitucional necesita ser actualizado para modernizar el país y liberar sus energías productivas.
El centro-izquierda ha invocado, en cambio, los valores democráticos simbolizados por la Constitución de 1948. En un sentido negativo, Prodi y los suyos han fomentado el alarmismo acerca de una hipotética ruptura de la unidad nacional. "La reforma divide Italia en dos, es así de simple", declaró Prodi el miércoles. La campaña del no ha azuzado los temores del sur, donde se sospecha que la reforma beneficiará a las regiones ricas del norte (la zona donde el sí aparece más fuerte) y perjudicará a regiones pobres como Calabria, Campania y Sicilia. También ha calificado de "excesivos y peligrosos" los poderes que la nueva Constitución concentraría en manos del primer ministro, aunque, en términos generales, dichos poderes no superarían los que ejercen los primeros ministros de países como España o el Reino Unido.
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