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Reportaje:

El país de los 148.000 millonarios

El 'ladrillo' y la entrada de inversores en empresas familiares empujan la acumulación de fortunas en España

Andrea Rizzi

En España hay 148.000 millonarios. Ésa es, al menos, la estimación que la consultora Capgemini y el banco de inversión Merrill Lynch hicieron pública el pasado martes. Una cifra contundente, acompañada por un dato significativo: el club de los afortunados creció en 2005 un 5,7% con respecto al año anterior, una subida superior a la del PIB y a la de cualquier otro país de la zona euro, excepto Austria. En 2004, el crecimiento fue del 8,7%. La publicación de esos datos pone sobre la mesa dos interrogantes: ¿cuál es el perfil de los nuevos integrantes del club? ¿Por qué la Agencia Tributaria española contabiliza un número de millonarios inferior al del informe? Algunos expertos avanzan respuestas para ambas cuestiones.

El millonario medio está casado, tiene hijos e invierte cada vez más en economías emergentes
"Es razonable pensar que la tasa de fraude sea muy elevada", dicen en Esade

"Hemos detectado algunos grandes rasgos que ayudan a entender el origen de esa riqueza y la forma de reinvertirla", explica en una conversación telefónica Andrés Guibert, responsable financiero de Capgemini España. "El sector inmobiliario es, evidentemente, una notable fuente de enriquecimiento. Pero también tiene mucho peso la evolución de un cierto número de comercios y pequeñas empresas, tradicionalmente de tamaño familiar, y que atraen ahora socios inversores. Eso hace crecer los negocios, y libera riqueza que los dueños de los mismos tenían anteriormente bloqueada en su actividad".

"Por otra parte, la inversión de los activos se dirige cada vez más hacia países emergentes, trasladándose sobre todo de Norteamérica hacia Asia-Pacífico", prosigue Guibert. "El acceso a fondos de inversión es cada vez más ágil y directo. Eso facilita el flujo".

Algunos datos ayudan a entender lo que está sucediendo. El crecimiento de la capitalización bursátil en 2005 fue espectacular en muchas economías emergentes (India, 42%; Brasil, 43%; Corea del Sur, 80%...) y modesto en las principales, con cifras por debajo del 10%.

El nuevo millonario medio consigue serlo vendiendo un terreno que, de repente, vale una fortuna o desarrollando con éxito su negocio. Muy difícilmente lo logra gracias a ingresos retributivos (cosa mucho más frecuente en EE UU). Y cada vez más invierte su activo patrimonial en el extranjero. Eso no impide que invierta también, y mucho, en el propio mercado inmobiliario: en Europa, el 24% de los activos financieros acaban allí, el doble que en Norteamérica. Falta el dato específico de España, pero es razonable suponer que no esté por debajo de la media europea.

El estudio concluye que, en términos globales, el 61% de los millonarios tiene más de 56 años (frente al 15% de la población mundial) y más del 80% está casado y tiene hijos. Es decir, la riqueza tiene heredero.

La discrepancia entre los 148.000 millonarios estimados por Capgemini y Merrill Lynch y algunos datos de la Agencia Tributaria ha levantado en estos días la pregunta: ¿dónde están los que faltan? Algunos titulares han intentado dar fuego a la polémica, comparando directamente los datos del estudio (en dólares y de 2005) con los de la declaración de patrimonio de la Agencia (en euros y de 2003). De esta manera resultaban más de 120.000 millonarios desaparecidos.

Cruzando datos más homogéneos, el resultado es el siguiente: 129.000 millonarios en 2003 según Capgemini y Merrill Lynch; 85.000 declarantes en los tramos de 750.000 euros para arriba según la Agencia (un millón de dólares equivale hoy a 790.000 euros). Este cruce, más homogéneo que el otro, no lo es, sin embargo, del todo, porque la Agencia contabiliza el valor catastral de los inmuebles, mientras que el informe, el de mercado (pero excluyendo la vivienda de residencia). Además, la fluctuación del cambio entre las dos monedas hace aún más difícil fotografiar nítida y fijamente el escenario.

Si una lectura más atenta hace, en todo caso, menos significativa la discrepancia denunciada, es evidente que queda una distancia. ¿A qué se debe? "La estadística de la declaración de patrimonio no es comparable con los datos del estudio, porque utilizan fuentes distintas y por las distintas reglas de valoración. El estudio se basa en cifras macroeconómicas, no parte de riquezas concretas", señalan fuentes tanto de la Agencia como de Capgemini.

En todo caso, hay que subrayar que el informe agrega en sus resultados también estimaciones del fraude fiscal. "No es posible dar cifras, pero es razonable pensar que en España la tasa de fraude sea muy elevada", observa Eduardo Berché, catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la escuela de negocios Esade. "Es muy significativo que éste sea el país con más billetes de 500 euros de Europa. Las transacciones negras se hacen en billetes de 500", añade.

La Agencia Tributaria "no hace valoraciones ni evaluaciones" sobre las dimensiones del fraude. En cambio, ofrece las siguientes cifras: los ingresos por actuaciones de control en 2005 fueron 4.583 millones de euros, 12,9% más que en 2004 (4.061 millones).

Las actuaciones contra el fraude fiscal, subrayan fuentes de la Agencia, tienen también su efecto en la recaudación global (aquella que se realiza de forma voluntaria dentro de plazo). En este sentido, la recaudación tributaria de 2005 "creció un 14,1%, que es la tasa de crecimiento más alta desde 1989 y muy por encima de lo que creció el PIB nominal o la demanda interna". La recaudación tributaria líquida en 2005 se elevó a 160.705 millones de euros y 764 contribuyentes fueron denunciados por delito contra Hacienda. En 2004 fueron, respectivamente, 140.854 millones y 740 denunciados. Éstas son las cifras. En cuanto al resto, sólo quedan las hipótesis.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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