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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Signos de cambio en el urbanismo

El urbanismo y la actividad inmobiliaria han seguido siendo uno de los asuntos estelares de la semana, no tanto por la cantidad de territorio ocupado u otras iniciativas espectaculares y noticiosas en este capítulo, como por la cualificación de las opiniones y pronósticos expuestos. Con la singularidad, además, de que en esta ocasión proceden de acreditados portavoces del estamento empresarial, poco propensos a la inmoderación y menos a la demagogia. Tal es el caso del presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), Francisco Pons, que glosó algunos aspectos decisivos de nuestra economía autonómica ante los miembros de la Real Sociedad Económica de Amigos del País.

De los datos macroeconómicos con que ilustró su disertación subrayamos unos pocos: el relativo al aumento sectorial del PIB entre 2000 y 2004, al que el sector de la construcción contribuyó con un 26,38 % mientras que el promedio español era del 16,04%. Un dato del que debiéramos felicitarnos si no fuera porque, simultáneamente, nuestras exportaciones se encogen y la aportación industrial se desmorona, lo que se connota con el índice de la productividad del País Valenciano, a diez puntos del promedio estatal. Añádanse a ello las consecuencias medioambientales, pues de seguir a este paso se acabaría "con la fisonomía de la ciudad mediterránea, nuestro principal factor de calidad", que decía el conferenciante.

De la ciudad, como del paisaje mediterráneos, en lo que al litoral se refiere, no va quedando más que un recuerdo literario o gráfico, pues es obvio su cambio, y no precisamente a favor sus connotaciones idílicas y seculares. Por otra parte -o por la misma- la marinadorización, o reproducción espuria del fenómeno benidormí, no anticipa un modelo más sostenible y menos masificado. Pero éste es el que priva. El PP no ha hecho otra cosa que dejarse arrullar por la oleada de prosperidad generada por la economía del ladrillar y la especulación del suelo. O sea, que ha bogado a favor de la corriente, una inercia que nos ha abocado al cuasi-monocultivo inmobiliario y sugiere, asimismo, la ineficiencia -o falta de voluntad- del Gobierno para promover los necesarios reequilibrios sectoriales.

No obstante, éstos deberán de acometerse, pues se perciben sólidos indicios de un cambio de coyuntura y fatiga del mercado, si hemos de creer a los entendidos. Resultaría excesivo hablar de crisis, pero es común el diagnóstico de que no se vende vivienda con tanta alegría, lo cual quizá propicie una suerte de moratoria inmobiliaria tácita y un respiro al territorio. El secretario general de los Promotores y Agentes Urbanizadores de la Comunidad Valenciana, Benjamín Muñoz, ha disertado en la Universidad Católica de Valencia y señalado esta ralentización del negocio que considera como el final de un ciclo al que han coadyuvado las innovaciones legislativas, así como "la presión mediática y política" que, a su juicio, ha contribuido asimismo "al desprestigio social y profesional de la actividad inmobiliaria".

Lejos de nosotros la tentación de polemizar con un experto de tanta solvencia, pero nos resulta llamativa la referencia al condicionamiento negativo de la prensa que, en algunos casos, habrá pecado de inexactitud o exageración en las informaciones publicadas, pero que, en general, no ha podido observar una actitud editorial más laxa y bonancible con respecto al gremio aludido. Entre otras cosas porque éste no ha hecho otra cosa que aprovechar las debilidades o complicidad de los gobernantes en todos los niveles de la Administración. Si en este país se han cometido saqueos y disparates urbanísticos ha sido porque, junto a un déficit de civismo y de respeto a la tierra -otra cosa son los juegos florales- padecemos un antiguo y monumental vacío de políticos.

Ahora parece que sesga la coyuntura, aflora la autocrítica y quizá se atenúe el frenesí constructor. Se lo deberemos a la ley de la oferta y de la demanda, a los excesos cometidos e incluso a la plétora legislativa, pero no a ningún plan que apueste por el reequilibrio de nuestra economía. No lo hay o se desconoce.

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