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Reportaje:

La Orquesta Nacional lucha por renovarse

Los músicos exigen profesionalizar la institución y dejar atrás un pasado de conflictos y desgaste

Jesús Ruiz Mantilla

"¿Por qué las cosas de palacio tienen que ir despacio?". Es la pregunta que muchos de los músicos de la Orquesta Nacional de España se hacen desde hace tiempo.

Cuando lo plantea Juanjo Guillem, de 40 años, percusionista en la ONE desde hace siete -sólo uno con la plaza fija-, cobra mucho sentido. Más en una formación que desde hace 20 años afrontaba un futuro incierto, lleno de conflictos y sin directores que la guiarán por un camino comprometido, hasta la llegada de Josep Pons hace tres años. Ha sido demasiado tiempo de desgaste y pérdida de prestigio, que ha coincidido con una época en que han surgido orquestas en toda España, muchas de ellas, a juicio de expertos, mejores, más baratas -la ONE tiene un presupuesto de 17 millones de euros- y con menos medios, como la Sinfónica de Galicia.

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Una gran cantidad de los interrogantes planteados cuando llegó Pons siguen abiertos, principalmente de tipo laboral y organizativo, porque en lo artístico, la ONE ha pegado un gran salto cualitativo. Cosas que no pueden tardar en resolverse si la Orquesta Nacional pretende ser un referente europeo.

Para eso necesitan un nuevo reglamento que les resuelva, desde los aspectos más ínfimos de organización, hasta los laborales y de funcionamiento diario. Todos se muestran inquietos por el documento. "¿Dónde está el reglamento?". Es la pregunta del millón. El director ha elaborado un borrador que presentó hace cuatro meses en el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (INAEM), organismo del ministerio de Cultura del que depende la ONE. José Antonio Campos, su responsable, trata de calmar la ansiedad: "Me gustaría que estuviera listo en septiembre para poder discutirlo con los músicos", afirma.

El reglamento, entre otras cosas, debería zanjar de una vez por todas el galimatías de contratos y diferencias que potencian jerarquías absurdas en el grupo y una división que muchos creen que ha llegado la hora de cortar. Eso ya ha empezado a resolverse. Se han otorgado 27 plazas de las casi 40 que había que cubrir entre los 122 músicos que deben componer la orquesta, y los que han entrado la han ganado con contratos fijos. Ya no habrá más funcionarios, algo que impedía a muchos músicos combinar otro tipo de actividades.

Nuria Bonet, violinista, de 29 años, ganó su plaza el pasado 30 de mayo y representa un nuevo aire en la ONE. "Los jóvenes estamos abiertos a experimentar lo que sea", dice Bonet. Algo que en ocasiones cuenta con la oposición de algunos músicos y un sector de los abonados muy conservador que a veces protesta por las propuestas de los programas artísticos que presenta Pons, que se sale del concepto de hilo musical que les gustaría a algunos.

Bonet, como la nueva concertino, la vasca Anne Mitxain, representa renovación en una orquesta que se ha ido dejando caer y anquilosando con la falsa seguridad que dio a algunos haber sido casi la única desde que se creara en 1942. Bonet representa a una generación de músicos jóvenes que ha estudiado fuera de España y entronca también con los músicos extranjeros que también aportan otro aire.

José Oliver, de 61 años, lleva 28 años en la ONE como flauta flautín. Es representante de la Comisión de Maestros y ve que la orquesta desde que entró Pons se va regenerando aunque, según él, no se repetirá la situación que dejó Jesús López Cobos. "Él consiguió buenos sueldos, algo que hacía que mereciera la pena dejar de tocar en algunos sitios para venir aquí. Ahora me da vergüenza equipararme a otros", asegura. Oliver se formó en bandas de música y ha tocado todos los estilos. Lleva con orgullo haber grabado discos de Rocío Jurado, "la mejor soprano flamenca que ha trabajado con la ONE, con quien grabamos un Amor brujo, de Falla, irrepetible".

Piensa que la ONE ahora está a un buen nivel. "Aunque hacer equipo cuesta tiempo, los españoles somos muy individualistas", asegura. Cree que en algunos casos faltan cosas fundamentales. "Motivación, por ejemplo. Y depende. Los jóvenes la tienen musical, no económica. Es complicado. Ahora estamos tranquilos, pero no sé hasta cuándo", afirma. La huelga que les mantenía en pie de guerra por motivos laborales y económicos, con pagos de retrasos por alquiler de instrumentos y otras cosas, se desconvocó en diciembre. Pero no saben si la negociación del nuevo reglamento provocará otros conflictos.

Juanjo Guillem está deseando discutirlo. También que llegue la nueva Ley de Agencias, que les otorgará más autonomía. "Si la orquesta no está de acuerdo va a haber problemas. Pero sí creo que se nos deben dar cosas, también pienso que se nos debe exigir todo, porque debemos convertirnos en el referente nacional. Para eso, debemos pedir un reglamento ágil, funcional y dejarnos de burocracias".

Mientras llega lo que se espera como el maná, la orquesta espera su nueva partitura. Y eso ralentiza lo que debe regir su futuro y produce una sensación compartida que resume Guillem: "Ahora, todavía, no somos lo que tenemos que ser".

La Orquesta Nacional, en el Auditorio de Madrid.
La Orquesta Nacional, en el Auditorio de Madrid.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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