La gripe fue decisiva en el aumento récord de muertes en España durante el año pasado
La cifra de fallecimientos en 2005 fue la más alta registrada en los últimos 30 años
Más de 387.000 personas murieron el año pasado en España, según los datos provisionales que adelantó el Instituto Nacional de Estadística (INE) ayer. La cifra, la más alta de los últimos 30 años, representa un aumento de un 4% sobre el número de fallecimientos del año anterior. El grueso de la diferencia entre los dos años (17.800 defunciones) se centra en los meses de enero y febrero, con lo que varios expertos apuntan a que la gripe -que en el invierno del periodo 2004-2005 fue de una variante muy agresiva- estaría detrás del aumento de mortalidad.
Las muertes superan a los nacimientos en seis comunidades autónomas
En 2003 fue la ola de calor, y en 2005 parece que fue la gripe. Estos años son los dos en los que más personas han fallecido en España (384.828 y 387.019 respectivamente). En 2004 hubo un ligero descenso (murieron 371.934 personas). Entre 2004 y 2005 el aumento de la población fue de sólo el 2,11%.
"Esta variación no se corresponde al aumento de la población [que fue de un 2,11%] ni al envejecimiento", afirma el presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, Ildefonso Hernández.
Precisamente el hecho de que el aumento no se pueda atribuir principalmente al crecimiento de la población ni al envejecimiento es lo que anima al demógrafo Francisco Zamora, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, estudioso de la evolución de la mortalidad, a afirmar con rotundidad que la diferencia con otros años se debió a la gripe. El invierno de finales de 2004 y principios de 2005 experimentó una de las peores epidemias de gripe de los últimos años, con tasas de infectados que cuadriplicaban la media, según los datos del Ministerio de Sanidad.
El presidente de los epidemiólogos considera factible que la gripe haya tenido impacto en el aumento de la mortalidad en 2005, pero prefiere no pronunciarse "hasta analizar los datos". No obstante, considera que se ha podido producir lo que los epidemiólogos llaman un "efecto cosecha": los fallecimientos de la población más vulnerable se acumulan en un periodo de corto de tiempo cuando hay algún factor externo extraordinario, en lugar de irse produciendo con una frecuencia más estable.
La peor semana del año pasado fue la del 8 al 15 de enero, con una incidencia de gripe de 412 enfermos por cada 100.000 habitantes. Esta tasa quintuplicaba la media de los cinco últimos años. En algunas comunidades, como el País Vasco, la mortalidad en enero de 2005 fue un 43% superior a la del mismo periodo del año anterior.
Pero si los valores absolutos registran un máximo absoluto, no lo son los valores relativos (cuando se calcula la tasa de muertes por cada 100.000 habitantes). Esta cifra, que es la que tiene en cuenta el aumento de la población, ha pasado en los últimos 30 años de las 8,76 de 1975 a 8,92 en 2005.
En ese periodo, el máximo se dio en 1999, con un 9,29. Entonces había un estancamiento en la población, que se traducía en que el peso del envejecimiento se reflejaba en un aumento de mortalidad relativa. Con la llegada de los inmigrantes, esa tasa bajó algo, ya que la población no sólo aumentó, sino que se rejuveneció, porque los extranjeros que entran en España para trabajar son adultos pero no ancianos.
Por comunidades, las que tienen una mayor tasa de mortalidad son Asturias, Castilla y León, Aragón, Galicia y Extremadura, todas por encima de los 10 fallecimientos por 100.000 habitantes. Las de menor tasa son Murcia, Madrid, Ceuta, Melilla y Canarias, con menos de ocho.
El año pasado, las muertes superaron a los nacimientos en seis comunidades autónomas: Galicia (8.212 más), Castilla y León (7.567), Asturias (5.117), Aragón (1.894), Extremadura (771) y Cantabria (314). El mayor crecimiento vegetativo (más bebés que fallecimientos) se registró en Madrid (28.282), Andalucía (26.248) y Cataluña (17.254). El saldo total fue de 78.597 nacimientos más que muertes en España.
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