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Reportaje:

El camino que va de Lakua a Sudán

Una ex funcionaria del Gobierno narra su transformación en médica de una ONG después de un viaje a África

Carmen Ramírez de la Piscina (Vitoria, 1969) acaba de regresar del Sur de Sudán, donde ha estado trabajando durante tres meses como miembro de Médicos sin Fronteras atendiendo a afectados por una epidemia de cólera. Serán unos días en su ciudad natal para descansar antes de dirigirse a otro destino en cualquier lugar del mundo, porque esta médica alavesa trabaja en la sección de emergencias de dicha ONG. Una ajetreada e intensa vida que sorprende en quien no hace mucho era funcionaria del Gobierno vasco.

"En mi vida se me había pasado la cabeza estudiar Medicina", apunta. "Hice Formación Profesional en la rama de Informática y, una vez conseguida mi plaza de funcionaria en Lakua [la sede de los departamentos del Ejecutivo en Vitoria], no tenía intención de seguir estudiando". recuerda.

"Estar en una ONG no es para hacer turismo solidario, sino para trabajar y aprender"

"Todo sucedió durante un viaje a África", adelanta cuando se le interroga por su dedicación en Médicos Sin Fronteras. Era un viaje singular. El responsable de una misión en el Golfo de Guinea necesitaba un todoterreno que se le había ofrecido desde Vitoria, pero resultaba más caro embarcarlo que atravesar la Península y media África conduciéndolo.

Así que, junto a unos amigos, Ramírez de la Piscina se subió al vehículo camino del Golfo de Guinea, sin saber dónde se metían. "Fue un viaje repleto de peripecias, pero también de buenos encuentros, ya que nos íbamos alojando en distintas misiones establecidas a lo largo del trayecto y pudimos ver cómo trabaja la gente que colabora con los africanos", rememora. "Si te interesa ayudar a los que sufren, el trabajo realmente agradecido está allí", explica lo que sintió durante aquel viaje.

Tal fue su enganche que, a la vuelta, decidió preparar el acceso a la universidad para mayores de 25 años y estudiar Medicina. "Acabar la carrera me llevó siete años, porque tenía que compaginar el estudio con el trabajo". Dos años más de MIR en el Hospital de Txagorritxu y en el centro de Salud de Zaramaga, en Vitoria, y ya podía enfrentarse al reto que se impuso una década atrás durante aquel lejano viaje.

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"He tenido buena suerte, ya que gente con la inquietud de trabajar con los que sufren hay mucha, pero Médicos Sin Fronteras es, probablemente, la mejor ONG en su campo. Llevo tres años con ellos y estoy encantada; es un privilegio", comenta. Ha vivido en este tiempo la situación posbélica en Angola o Afganistán y las nefastas consecuencias del tsunami que asoló Indonesia en las navidades de hace dos años.

En Sudán, de donde acaba de llegar, ha trabajado en una situación "frágil, muy frágil". "En enero de 2005 se firmó la paz en esta zona, pero hay muchos intereses para que no se consolide el acuerdo, entre otros los de los señores de la guerra que mantienen pequeños feudos". Trabajar en esas condiciones no es sencillo, pero la misión ha tenido buenos resultados. "El cólera es una enfermedad de alta mortalidad, el 50%, porque te deshidratas en horas", comenta. Afortunadamente, el tratamiento es sencillo y han conseguido reducir el número de muertos.

Ella trabaja en el área de Emergencias y lo máximo que ha estado en el extranjero han sido siete meses. "Tengo la suerte de que me adapto con facilidad tanto a la ida como a la vuelta; hay que tener en cuenta que estar en una ONG no es para hacer turismo solidario, sino para trabajar y aprender", concluye.

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