Perú vota por abrir sus mercados
La fractura política y social del país es la mayor amenaza al modelo que propugna el presidente electo, Alan García
El pasado martes se anotó en el registro de entradas del Congreso peruano una caja de cartón blanca que albergaba los 1.000 folios que forman el Tratado de Libre Comercio (TLC) suscrito con Estados Unidos hace apenas dos meses por el presidente saliente, Alejandro Toledo, y que comenzará a discutirse en los próximos días para su ratificación. El Tratado de Libre Comercio ha sido la piedra de toque sobre la que ha girado la opción económica ante la que podía decidirse el electorado peruano, que finalmente ha optado por la apertura de mercados propuesta por el candidato socialdemócrata a la Presidencia, Alan García.
Espera que Camisea, la mayor reserva de gas de la región, suponga una fuerte inyección de divisas y le permita acabar con el déficit comercial
García, con un Congreso dividido, quiere renegociar algún punto del tratado con EE UU para no aparecer como abanderado del neoliberalismo
Partidario de respetar los acuerdos suscritos y de ampliar el proceso de apertura de los mercados peruanos con nuevos tratados bilaterales, en especial con Brasil, García promete un escenario más previsible en lo que respecta a inversión extranjera y posibilidades de negocio, aunque sobre él pese la losa de su primera gestión presidencial (1985 y 1990), que fue una auténtica catástrofe económica.
Pero García, con un partido -Alianza Popular Revolucionaria Americana (Apra)- minoritario en el Congreso y un 47% del electorado que apoyó en las urnas el programa del ex militar golpista Ollanta Humala -partidario de nacionalizar los recursos naturales, no permitir la llegada del petróleo o gas peruano a Chile y estrechar lazos con Venezuela-, es consciente de que tampoco se puede permitir ampararse bajo la bandera del neoliberalismo y ha optado renegociar al menos parcialmente su alianza con Washington.
"Vamos a discutir el TLC con detenimiento. No para decir sí o no, es para discutir capítulo por capítulo y línea por línea", aseguraba el presidente electo el martes a un grupo de periodistas extranjeros en Lima. "El TLC es un primer acuerdo que puede ser complementado y mejorado. He planteado la necesidad de hacerle adendas que equilibren cosas que pueden traer consecuencias negativas para el país. No vamos a aprobar nada en dos noches. Estoy seguro de que las modificaciones pueden negociarse con la Administración estadounidense".
García admira el crecimiento de China y considera indispensable aumentar la productividad de la economía para llevar adelante su proyecto social. Pero el referente auténtico es Chile, "un país con menor población, recursos naturales y situación estratégica", que no obstante se halla a la cabeza de los índices de desarrollo de América Latina.
Una buena herencia
"Crecimiento" es la palabra sobre la que García basa su estrategia para esta segunda oportunidad que le brindan los electores. Y en este sentido la herencia que García recibe de Toledo es buena. En 2005, la economía peruana creció un 7% -sólo superado en el subcontinente por Argentina, con el 9%-, y para 2006 está previsto que supere este porcentaje, aunque las previsiones para 2007 no son tan optimistas y advierten que de seguir la situación actual bajará al 5%. Es lo mismo que ocurre para el conjunto de América Latina, donde, según las cifras de Naciones Unidas, el crecimiento en 2006 será del 4,6% y bajará al 4% en 2007. "Un país de mediano desarrollo como Perú", dice García, " puede lograr muchos beneficios de la economía mundial si tiene un Estado que trabaje sobre esta cultura y optimice los servicios que presta y deja de ser una traba a la capacidad productiva del peruano".
Entre los proyectos a medio plazo destaca la construcción de un megapuerto de mercancías que pretende convertirse en el más importante del Pacífico suramericano y puerta natural en el comercio con del subcontinente Asia y Oceanía, lo cual, unido a la carretera transoceánica con Brasil, transformaría las líneas del comercio en Suramérica. Sin embargo, Chile también está interesado en un proyecto similar, con la diferencia de que su situación económica y su estabilidad le permiten afrontar el reto con mayores posibilidades de éxito.
García espera que la explotación del gas de Camisea, en Cuzco, al sur de Perú -considerada la mayor reserva de gas de América Latina-, suponga una fuerte inyección de divisas que permita acabar con el déficit comercial, al menos en la balanza de hidrocarburos. Repsol, que participa junto a la estadounidense Sunk Oil y la surcoreana SK en la construcción de una planta de licuefacción de gas, anunció a finales de mayo que la ejecución de las obras estaba "a la espera" de los resultados electorales, ya que Humala había asegurado que los contratos de concesión serían revisados en caso de victoria, cosa que no ocurrirá, en principio, con García.
Fractura social
Las obras, por valor de 3.000 millones de dólares, incluyen la construcción de un gasoducto y un puerto para poder exportar el gas a México y Estados Unidos. La participación de Repsol en el proyecto, denominado Camisea II, es del 20%. El nuevo presidente peruano considera estratégica para su país la exportación de gas a México, lo que augura que las obras se ejecutarán sin problemas, al menos administrativos.
Sin embargo, García tendrá que estar muy pendiente de las graves trabas sociales que afectan a la población peruana que, de hecho, han fracturado el país geográficamente y donde la diferencia de renta per cápita entre regiones -la capital y la costa por un lado y el interior y el sur por otro- lejos de reducirse aumenta y se ha reflejado en las urnas.
Un 50% de la población vive bajo el umbral de pobreza, el 20% es analfabeta y aunque oficialmente el desempleo se sitúa en torno al 14%, la economía sumergida supone el 30% de los ingresos del país.
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