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PATÉ DE CAMPAÑA
Columna
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Mercadotecnia

Mariano Rajoy visitó el mercado de Collblanc y algunos clientes y comerciantes le recibieron con una bronca ruidosa y televisiva. Para seguir con la lógica electoralista, Rajoy le echó la culpa a los socialistas. Así rentabiliza los malos tragos y, de paso, amplifica el deterioro del partidismo-espectáculo. En realidad, cualquier político en campaña que pisara un mercado con intenciones propagandísticas debería ser abucheado. Los clientes de mercado no merecemos que el paisaje se vea modificado por focos, sonrisas y abrazos oportunistas, ya sean de derechas, de izquierdas, españolistas, catalanistas, soberanistas o autonomistas. La única ley que debería regir los mercados es la ley de la tanda.

A Albert Boadella y Arcadi Espada, en Hostafranchs les recibieron con pintadas en las que podía leerse: "Fascistas". Si Boadella y Espada son fascistas yo soy metrosexual, vegetariano y flaco. La frivolidad con la que se emplea el término fascista en nuestros días puede tener tres orígenes: la manipulación de la memoria, la incultura o la estupidez. Pero la intolerancia impune que rodea algunos actos del PP o de Ciutadans de Catalunya no es inocente y es reutilizada por todos, incluso por los que viven de exprimir el odio en beneficio propio (en 1997, a Arcadi le acusaban de defender a fascistas y hoy le llaman fascista directamente porque, en ambas direcciones, siempre es más cómodo el atajo del insulto que el camino del argumento). En Tarragona, mientras tanto, Zapatero toreó en una plaza entregada. Con su oratoria habitual, el presidente del Gobierno desplegó algunos principios fundamentales de su extenuante optimismo. "Vayan a votar y háganlo con alegría", dijo. No sólo quiere que vayamos a votar y que votemos que sí, sino que, además, pretende que estemos alegres. Este tío es un caso.

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