MacShane y la Constitución europea
Lo primero que produce la lectura del artículo Un cadáver del ex ministro británico Denis MacShane referente a la Constitución europea (publicado el domingo 4) es indignación, al poner al descubierto como enemiga de su Gobierno no sólo a la misma Constitución -tema puntual-, sino a la construcción europea en sí. Repetir la cantinela de que bastan para Europa los éxitos económicos, lo que a lo británico significa más mercado y menos regulación, es descubrir el constante repudio de su gente a la Europa política.
Pero, tras esa reacción, la lectura detenida del texto lleva al lector a la contraria: satisface comprobar que MacShane no lo tiene claro. Su innecesario estilo pedestre -"necrofilia política de Giscard", "ceremonia operística dirigida por Berlusconi en Roma", etcétera-; sus contradicciones: dice que "para que la Constitución resucite hay que darla por muerta", y en otro lugar que "no resucitará", que "los tratados anteriores son constituyentes" cuando les falta el mínimo requisito para serlo, su revisibilidad por mayoría reforzada, etcétera; todo ello lleva a sospechar que McShane no las tiene todas consigo.
Quizá porque tras lo noes holandés y francés y el aparcamiento sine die de Blair a su referéndum, he aquí que se produce el sí luxemburgués por voto popular y los síes parlamentarios de Malta, Estonia, Letonia, Chipre y Bélgica, y a las puertas el finlandés: estamos en 16 Estados y muy por encima del 50% de los europeos. Es éste un hecho inédito, impensable hace un año: parecía que tras junio de 2005 sí podía darse por muerta. Hoy estamos viendo una fuerza ascendente que nos puede llevar a los 4/5 de los Estados, requisito para la gran decisión en pro de esa entrada en vigor por la que muchos batallamos.
Porque para el avance económico, social y político de Europa en un mundo globalizado necesitamos precisamente de las reformas institucionales y jurídicas que la Constitución ofrece. ¿En verdad cree MacShane que con el sistema de voto y de minorías de bloqueo en el Consejo, según Niza, cabe en una UE a 27 tomar decisiones en los campos concretos que cita? ¿Ese brindis verbalista a los avances en que comulgamos -crecimiento, empleo, etcétera- le servirá de coartada para minar el terreno institucional sobre el que discurrirían.