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Crítica:FERIA DEL 75º ANIVERSARIO DE LAS VENTAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una auténtica vergüenza

Antonio Lorca

A alguien se le debería caer la cara de vergüenza. Alguien debería dimitir (¡qué ingenuidad!) porque entre la autoridad y los taurinos están destruyendo esta fiesta. Y van a conseguir que desaparezca con celeridad porque no es posible mayor incompetencia ni un ataque más furibundo al corazón mismo de este espectáculo.

El toro bravo está en gravísimo peligro de extinción. Lo que salió ayer en Las Ventas no es un toro, sino un sucedáneo de un animal poderoso que antaño existió.

Lo de ayer fue otro fraude morrocotudo, otro engaño de toros inválidos y moribundos. Y era la Corrida de Beneficencia, la más importante del año, según dicen. Pero, ¿qué broma es ésa? Al empezar, la corrida era un remiendo impresentable de dos ganaderías que demostraron que son pura basura.

Jandilla / Rincón, El Cid, Castella

Tres toros de Jandilla -otros tres fueron rechazados en el reconocimiento-; primero, manso; segundo y tercero devueltos; primer sobrero, de Moisés Fraile, descastado; segundo sobrero, de El Torreón, corrido en sexto lugar, descastado; tercero, cuarto y quinto, de Puerto de San Lorenzo: tercero, inválido; el cuarto devuelto y sustituido por un sobrero de Pereda, inválido; el quinto, también inválido. César Rincón: pinchazo, media tendida -aviso- y un descabello (silencio); tres pinchazos, estocada -aviso- y dos descabellos (silencio). El Cid: pinchazo, estocada atravesada -aviso- y dos descabellos (silencio), dos pinchazos -aviso- y dos descabellos (gran ovación). Sebastián Castella: bajonazo (palmas); estocada (silencio). Asistieron los príncipes de Asturias. Plaza de Las Ventas, 7 de junio. Corrida de Beneficencia. Lleno.

¡Qué desastre! ¡Qué pena! ¡Qué vergüenza! Porque lo más triste, si es que es posible, es que a gran parte del público asistente le da exactamente igual que esta fiesta desaparezca. De lo contrario, no se entiende que aplaudiera a Castella después de matar de un infamante bajonazo al lisiado tercero, con el que hizo alardes de valor que no requerían ni el toro ni la ocasión. Pero esas palmas, repetidas al comienzo de la faena, no hacen más que dar carta de naturaleza al fraude continuado. Si la gente está contenta es que la fiesta sigue interesando, dirán ufanos los que deberían tener la cara perdida de vergüenza. Pero la pena es que la fiesta no interesa ni a los que presumen ni viven de ella -políticos y taurinos-, y unos y otros hacen lo posible para que desaparezca.

Para colmo de males, César Rincón ya no es el de antes. También para los héroes pasan los años, y la firmeza y la seguridad se escapan por las hojas del calendario. Mantiene el señorío de gran figura, pero le falla el ánimo y ofrece una imagen de impotencia tan comprensible como inaceptable.

El Cid no pudo brillar con su inválido primero, pero dibujó algunos redondos largos y hondos en el quinto, al que citó en el centro del anillo. Volvió una y otra vez con la mano derecha y ligó los pases con profundos de pecho que animaron a los tendidos. Y la izquierda: se colocó bien y los naturales fueron surgiendo como pura inspiración. La faena no tuvo más que un pero: que el toro era una piltrafa, una caricatura, y lo que se hace con un animal así no es toreo, sino una burda farsa.

Dicho queda que Castella se envalentonó con un animalito que no podía con su alma, y se justificó ante el sexto, que no mejoró a los demás.

El Cid,  en el segundo toro de la tarde.
El Cid, en el segundo toro de la tarde.GORKA LEJARCEGI
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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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