"El Estatuto, como el cuscús, no se cocinó a la primera"

Hablar de un superviviente nato es quedarse corto ante la breve pero intensa peripecia vital de Abderrahim Ed Daqqoun (Fez, Marruecos, 1988). Hijo de una familia numerosa marroquí y discapacitado psíquico, perdió un brazo trabajando cuando todavía era un niño. En vista de la falta de perspectivas en su país, decidió viajar a Tánger y cruzar el Estrecho agarrado a los bajos de un camión. Ceuta, Algeciras, Málaga y por fin Barcelona fueron las etapas de un viaje que, tras el paso por dos centros de menores de la Generalitat, tiene, por ahora, un final feliz.

"En Cataluña me han dado papeles, trabajo y un brazo", celebra en un catalán que no está mal. Vive en acogida con una familia de Sant Cugat y trabaja de camarero en el albergue In Out, un centro que gestiona la fundación Icaria Iniciativas Sociales y donde el 94% de los empleados son discapacitados. Es un admirador de todo lo que tiene que ver con Cataluña. También del Estatuto, del que conoce los aspectos básicos.

Pregunta. ¿Qué es lo que más valora de Cataluña?

Respuesta. El respeto por los menores. Creo que aquí los menores tienen muchos derechos y se les respeta y se les ayuda mucho. A mí me dieron un sitio donde estar, comida, educación... Pienso en todo el dinero que debe de costar al Gobierno.

P. Sus dos años de estancia en Cataluña han coincidido con el debate del Estatuto. ¿Qué opinión tiene?

R. El Estatuto mejora Cataluña, y si mejora, quiere decir más derechos y más dinero; y más dinero quiere decir más fuerte y más trabajo.

P. Entonces, ¿votará sí?

R. Claro. Es un derecho que me dan y votaré que sí porque mejora las condiciones de la gente. Tengo que estudiarlo más, pero me interesa sobre todo desde el punto de vista práctico, para saber qué ayudas puedo conseguir.

P. ¿Qué piensan en su familia de acogida?

R. No se acaban de conformar con el Estatuto, pero yo les digo que no se puede tener todo de golpe, hay que ir poco a poco. Es como el cuscús, no se cocinó a la primera.