Julian Barnes ironiza en la Feria del Libro de Bilbao sobre su relación con la crítica
El autor británico recibe un premio por 'La mesa limón' y 'El perfeccionista en la cocina'
El escritor británico Julián Barnes (Leicester, 1946) presume de no haber leído las críticas de sus libros desde hace casi 10 años, ni las buenas ni las malas. "Es una cuestión de autoprotección", defiende. Así que ayer agradeció con ironía el premio que le concedió la Feria del Libro de Bilbao por la buena acogida de la crítica a La mesa limón y El perfeccionista en la cocina, sus últimas obras publicadas en castellano. "En las próximas 24 horas no voy a criticar a los críticos", bromeó. "Voy a decir cosas agradables sobre quienes escriben sobre escritores y su obra".
El sentido del humor de Barnes trabajo ayer a toda máquina. Primero precisó que había aceptado la invitación de viajar a Bilbao para comer en sus restaurantes y que estaba dispuesto a hablar de cualquier asunto, incluido el fútbol. Bromeó con los tiempos en que los ingleses compraban el aceite de oliva en las farmacias para eliminar los tapones de los oídos, con la dolorosa experiencia de aprender a cocinar y con las frustraciones que le sigue acarreando. Y acabó comparando el sexo con la comida: "En ambos parece que, si se cumplen los manuales, se llega a la perfección, pero existe una gran diferencia entre los libros y la realidad".
Los dos libros premiados, ambos editados en castellano por Anagrama, son muy distintos. La mesa limón reúne una serie de relatos sobre la decadencia de la vejez. Su autor los define como cuentos contra la aceptación del paso del tiempo, a los que dedicó una década de trabajo. "Requiere mucho tiempo que surja otra idea para empezar un nuevo relato sobre el mismo tema. Los relatos son más difíciles de escribir que las novelas. Una novela puede tener fallos o partes peores, pero con los relatos se aspira a la perfección", señaló el autor de El loro de Flaubert.
El perfeccionista en la cocina es, en cambio, un divertimento en el que Barnes ha plasmado las experiencias de su tardía afición a la cocina, sus peleas con las recetas idealmente ilustradas y los cambios en las mesas inglesas en los últimos 10 años. "Cocinar produce más angustia y frustración que escribir", reconoció. "Las dificultades de la escritura se aprenden a superar; en la cocina siento que repito siempre el mismo error". Al escribir su autobiografía culinaria, quiso cumplir con la "misión patriótica" de explicar a los lectores que, si comen en Inglaterra, no acabarán envenenados. "Hoy ya sabemos que el aceite de oliva se utiliza para aliñar las ensaladas", ironizó.
Barnes publicó el año pasado Arthur&George, su décima novela, que fue firme candidata en Gran Bretaña al Premio Booker, aunque finalmente no lo consiguió. La novela parte de un error de la justicia con un trasfondo racista, un caso real en la Inglaterra del siglo XIX que fue investigado por Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes. Barnes habla de una "historia paralela al caso Dreyffus" que ha rescatado del olvido después de cien años.En 2007, Anagrama publicará su traducción al castellano.
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