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MIRADOR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Excesos holandeses

Que un grupo de ciudadanos pretenda presentarse como partido político propugnando la legalización de la pederastia y el bestialismo es síntoma de una sociedad en parte enferma. El paso dado el miércoles por Caridad, Libertad y Diversidad de inscribirse en el registro de partidos con vistas a las elecciones de 2007 no ha recibido aún una respuesta oficial. La ley electoral holandesa es abierta. Sólo prohíbe taxativamente la incitación a la violencia o aquellos nombres o ideas que recuerden la época de dominio nazi, aunque lo que este grupo propugna es ilegal. El nuevo partido pretende provocar un debate sobre la pederastia, al proponer rebajar de 16 a 12 años la edad para que los menores puedan mantener relaciones sexuales con adultos, legalizar la posesión privada de pornografía infantil, aunque no su venta, la inclusión de programas diurnos de pornografía en la televisión y el derecho a la prostitución a partir de los 16.

A todas luces es un exceso. El sentido liberal que valió para la legalización de las drogas blandas no se puede aplicar a estos abominables crímenes y perversiones. La única respuesta frente al debate que se propugna es un rotundo no.

Algo anda mal en Holanda cuando este grupo, todavía minoritario, surge poco después de obligar a dimitir a la diputada Ayaan Hirsi Alí, gran defensora de la mujer frente a los excesos islamistas, porque mintió sobre su condición de refugiada al entrar en el país procedente de Somalia. Holanda necesita un debate a fondo sobre sus valores.

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