Gran rescate
La figura de James Mangan (Dublín, 1803-1849) arrastra ejemplarmente consigo la de escritor maldito. Digo ejemplarmente porque se dio al alcohol y al láudano, acabó durmiendo en la calle, no publicó libro alguno en vida y murió de cólera morbo a la edad de 46 años. Una parte de su obra se reunió al fin y se dio a conocer póstumamente en 1904; en cuanto a nuestro país, era un desconocido hasta esta primavera de 2006 en que la editorial Valdemar y su excelente traductor han decidido presentar esta selección de relatos.
La escritura de Mangan es contemporánea de la fundación de la literatura moderna por Edgar Allan Poe. Es una época propicia para espíritus visionarios siempre y cuando estén dispuestos a poner su vida en juego por seguir sus intuiciones porque, a cambio, sus logros son fascinantes. En el relato, más bien nouvelle, titulado 'Las treinta redomas', que trabaja sobre los límites de la mente, hay un momento en que el protagonista, que ha hecho un pacto con un extraño nabab por el cual cede su estatura a cambio de dinero, va por la calle tras una segunda entrevista con él, pensando, y esos pensamientos, enlazados por referencias automáticas, muestran el movimiento de la mente del personaje desde dentro ¡a mediados del siglo XIX!; esa manera de colocar la voz será el gran logro de Virginia Woolf en 1923 con su relato 'Mrs. Dalloway en Bond street', después de varios intentos. El hallazgo de Mangan, aunque primitivo, es extraordinario. El traductor señala con acierto en el prólogo que el relato que da título al volumen es un antecedente del monólogo interior que utiliza James Joyce. Sin llegar a identificarse formalmente con el stream of consciousness joyceano, sí es cierto que la voz del narrador y protagonista, en primera persona, queda colocada en el interior de su mente y el texto sostiene entonces un bien ordenado monólogo interior, no tan abierto como el que encontramos en el Ulises de su compatriota, pero sí en la misma dirección. En fin, estos dos ejemplos valen para dejar constancia del talento, la singularidad y la inventiva de un escritor verdaderamente notable que, como en varios de sus relatos, emerge de las sombras tanto tiempo después en pos del lector.
UNA AVENTURA EXTRAORDINARIA EN LAS SOMBRAS
James Mangan
Traducción de José Luis Moreno-Ruiz
Valdemar. Madrid, 2006
272 páginas. 15 euros
'Las treinta redomas' es el texto más largo. Sólo cabe reprocharle el brusco final con el que quiere despachar un relato tan bien construido sobre la figura, frecuente en su obra, del personaje zarandeado por su debilidad y expuesto al peligro de un depredador. La relación entre ambos es el eje del conflicto, pero el del mecanismo que lo hace funcionar es un tercero cuya sinuosa presencia se va cargando de ambigüedad. Mangan no tiene reparo en acudir a lo fantástico aunque siempre deja una estela de humor que lo equilibra. Y también luce otra cualidad: en la narración pasa de la percepción de la realidad a la percepción de lo fantástico con verdadera naturalidad, ejercicio nada fácil.
El texto titulado 'Una dosis
de sesenta gotas de láudano', formado por 60 piezas muchas de las cuales son aforismos, contiene de manera aparentemente deslabazada una sólida construcción de su idea de la vida donde encontramos desde una intensa melancolía ("esa continua apetencia que siente el hombre por el descanso, acosado como se ve por el torbellino de la vida, es una tendencia inconsciente de su corazón hacia su lecho natural, la tumba") hasta la lúcida ironía ("escribir un poema por amor a la metafísica es como encender fuego por amor al humo") pasando por una hermosa mezcla de inteligencia y ternura, como puede apreciarse en la gota quincuagésimo novena. Son 60 apreciaciones que contienen una desengañada y, a la vez, apasionada concepción de la existencia: extraña mezcla que no tiene desperdicio.
Hay, además, tres preciosas fábulas: Los tres anillos, de una gran modernidad y, por cierto, de sorprendente actualidad acerca de los enfrentamientos entre religiones; El patán del abrigo gris, basado en el mundo de las tradiciones irlandesas, y La historia del viejo lobo, que hace pensar en la decadencia física y el desánimo vital del propio autor en sus últimos años. Y hay una divertida historia de fantasmas, El hombre embozado, cuyo humor se acentúa en la propia puesta en cuestión del género cuando, hacia el final, perseguimos un talismán de poderes extraordinarios por medio de una ingeniosa cadena de afectados que se van pasando el testigo. Este libro es un afortunado rescate literario que no debe perderse ningún buen aficionado a lo fantástico... y a la literatura de calidad.
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