Bush cambia de rumbo pese a la oposición de Cheney
Tras 27 años durante los que Estados Unidos rechazó mantener conversaciones directas con Irán, el presidente Bush cambió de rumbo el miércoles porque le dejaron claro -sus aliados, rusos y chinos, y alguno de sus asesores- que ya no tenía otra opción.
Durante el último mes, según funcionarios europeos y antiguos y actuales miembros de la Administración Bush, el presidente se convenció de que era imposible que una coalición dividida de países apoyase las sanciones o considerase una operación militar contra objetivos nucleares iraníes, a no ser que mostrase primero su disposición a dialogar directamente con Teherán sobre su programa nuclear y agotase todas las opciones.
Muy pocos de sus colaboradores creen que los líderes iraníes cumplan la principal condición de Bush: que Irán suspenda todas sus actividades nucleares, lo que incluye cerrar todas las centrifugadoras que puedan producir más uranio enriquecido. Responsables de la Administración de Bush señalaron que la oferta era ante todo un test para comprobar si los iraníes están más dispuestos a llegar a un acuerdo con Occidente o a mantener abierta la posibilidad de tener un día una bomba atómica.
Tras cinco años de enfrentamientos internos dentro de la Administración de Bush, el presidente estadounidense se encontró con un cruce de caminos en el que los dos bandos, los intervencionistas y los aislacionistas -y los que tienen un pie en cada campo- estaban de acuerdo en, como señaló un asesor, "ver si los iraníes iban en serio".
Bush, según un participante en los debates, dijo hace meses a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que necesitaba "una tercera opción", una vía que no significase Irán con una bomba atómica o una acción militar. Rice pasó un largo fin de semana, a principios de mayo, preparando una propuesta que incluye una coreografía diplomática para el verano.
Pero esta idea encontró una oposición decidida en la Casa Blanca, sobre todo por parte del vicepresidente Dick Cheney, según varios antiguos asesores. "Cheney estaba totalmente en contra", dijo un antiguo funcionario que participó en muchos de estos encuentros. "En el fondo, era una discusión sobre si era posible aislar a Irán lo suficiente como para forzar un cambio de régimen". Pero tres funcionarios aseguraron que en una reunión reciente Cheney y otros dieron marcha atrás. Como dijo un antiguo funcionario, el vicepresidente se dio cuenta de que antes de enfrentarse a Irán había que tantear el terreno.
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