Galería de imágenes

El óleo de Napoleón Bonaparte cruzando los Alpes de Jacques-Louis David (1748-1825), el pintor de la Revolución Francesa, impone al espectador por su fuerza y tamaño (60 por 75 centímetros). En la penúltima entrega de la Historia del Arte de EL PAÍS, no alcanza los cuatro centímetros. El ejemplar que se pone a la venta mañana, sábado, Galería de imágenes, condensa en un solo tomo todas las obras de arte que han ido apareciendo a lo largo de los ejemplares anteriores, proporcionando así los datos y referencias clave de cada una de ellas. Es una guía visual del arte, un viaje en imágenes desde las pinturas prehistóricas (los animales pintados en las cuevas con absoluta fidelidad), pasando por las que realizaron los griegos en un muralismo de gran colorido, o los romanos, la pintura gótica, el Renacimiento, el Barroco, la pintura neoclásica y romántica o el impresionismo hasta llegar a la pintura contemporánea.

El conocimiento del Arte y de su historia no interesa únicamente a la comprensión visual, es un acto de resistencia cultural, de civilización frente a la barbarie. Durante 19 semanas, el coleccionable de la Historia del Arte de EL PAÍS ha recorrido un largo itinerario conceptual por las principales manifestaciones artísticas. Ha sido un viaje por nuestro pasado remoto y por el presente más reciente. Pero la Historia del Arte no puede ser comprendida si el lector no tiene la posibilidad de contemplar la obra artística para atraparla con la vista además de con el intelecto y, con esa intención, esta obra ha reservado los dos últimos volúmenes para ofrecer una información que no suele ser habitual en el resto de las enciclopedias.

Si, como dijo el crítico e historiador Ernst Gombrich, no existe el Arte sino tan sólo los artistas, este penúltimo volumen reúne a centenares de ellos. El arte, el "dictado mágico", como lo llamaba el surrealista André Breton, inspira "la libertad donde nace lo maravilloso" y en ese trance vuelve a plantearse cuál es la función de la obra artística y cómo se enmarca en el mundo. El arte moderno, por ejemplo, encontró su hueco sirviendo como terreno de experimentación a nuevos modos de combinar formas y modelos.

Reflejar la realidad en el arte es algo contradictorio en sí mismo. No fue hasta el Renacimiento cuando el artista comenzó a pintar lo que veía, pero eso duró poco. El movimiento y la expresión se añadieron a los medios del artista para representar el mundo en torno a él y, poco a poco, añadieron formas que habían aprendido a pintar más que a verlas realmente.

Entre la inspiración y el trabajo, la interpretación acerca de a cuál de estas dos premisas atiende el arte ha sido la que ha condicionado toda su historia. En la antigüedad clásica, las actividades artísticas estaban infravaloradas. Poco a poco, los intentos de romper con la tradición, de entender el arte como habilidad y no como algo más elevado, llegaron hasta el momento en que el gran Leonardo da Vinci reivindicó la figura del artista como un personaje curioso y sabio, algo que prevaleció hasta el siglo XVIII, cuando el concepto de la belleza como una impresión subjetiva se adueñó del panorama. Es la etapa del arte por el arte. Los sentimientos se apropian entonces de la pintura hasta que se introdujo la idea de que el arte no sólo tenía que responder a la belleza sino que podía ser antiestético o poco agradable para los sentidos. Pero será en el siglo XX cuando se produce la ruptura definitiva con la belleza, cuando los artistas proclaman que el objetivo del arte no es rendir culto a la estética.

La Galería de imágenes es un exhaustivo recorrido iconográfico para visualizar la evolución del arte a través de las obras maestras de todos los tiempos, divididas en tres grandes disciplinas: arquitectura, escultura y pintura. Es el punto final de un viaje de descubrimiento del Arte que finaliza a los cinco meses de haberse iniciado. La Historia del Arte de EL PAÍS finaliza la próxima semana con el último volumen dedicado al glosario de términos artísticos y el índice temático, onomástico y de las obras.