África, el eslabón menos avanzado
EL CONTINENTE AFRICANO ha comenzado el siglo XXI más pobre de lo que inició el XX. Además, en su frontera norte con Europa experimenta la mayor desigualdad que se da entre dos zonas del planeta, separadas apenas por decenas de kilómetros. ¿Sirven estas dos varas de medir, la primera absoluta y la segunda por comparación, para entender por qué hay que analizar el fenómeno migratorio como estructural y sólo susceptible de regular y no de acabar con el mismo?
En la presentación del Plan África, aprobado por el penúltimo Consejo de Ministros con un marco temporal de tres años, se concretan en algunas cifras las dos tendencias: de los 30 países más pobres del mundo, 28 están en el África subsahariana; un africano tiene una esperanza de vida de tan sólo 46,3 años; más de la mitad de los subsaharianos sobreviven con algunos céntimos de dólar al día; el 70% de los casos de sida del mundo y el 90% de los de malaria están en África. En mayo de 2001 se celebró en Bruselas la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Países Menos Avanzados (PMA). Los datos aportados para esa conferencia son estremecedores: en 1971, los PMA eran 25; 30 años después eran 49, de los cuales 34 africanos. Mientras la renta per cápita media de los países ricos se situaba en alrededor de 25.000 dólares, ninguno de los 49 PMA alcanzaba los 900 dólares, y cuatro de ellos (Sierra Leona, Etiopía, República Democrática del Congo y Burundi) apenas llegaban a los 150 dólares. Kofi Annan declaró entonces que "630 millones de personas [el 10% de la población mundial] quieren entrar en la globalización como productores y consumidores".
El continente ha empezado el siglo siendo más pobre que 100 años antes. ¿Hará Europa por egoísmo lo que no ha sabido practicar por solidaridad? África está creciendo el 5%, pero los africanos no salen de su miseria
En los últimos tiempos, los movimientos migratorios procedentes del continente africano se han desbordado y descontrolado. Destino: Europa y, en buena parte, paso obligatorio por España. ¿Haremos por egoísmo lo que no hemos sido capaces de practicar por solidaridad?
Mientras tanto, los chinos penetran en el mercado africano en búsqueda de las materias primas de las que adolecen: dcsde la medina de Dakar hasta las minas de Zambia, pasando por las plataformas petrolíferas de Sudán y los mercados de Gabón, hacen entrar a África en la globalización.
Entre los objetivos del citado Plan África está el de "combatir la inmigración ilegal, el terrorismo y la criminalidad organizada". Para ello se toman, entre otras, las siguientes medidas: en 2003 se destinaron 122 millones de euros a ayuda oficial al desarrollo (AOD) y al finalizar este ejercicio se habrán superado los 400 millones; el presupuesto para ayuda humanitaria y alimentaria, de 16 millones, es el doble que en 2004 y nueve veces más que en 2003; durante el trienio 20052007 España va a dedicar 30 millones de euros a paliar la situación de crisis que afecta a Sudán (multiplica por 100 veces la que se destinó en 2003 a ese mismo país); asimismo se contribuirá con 60 millones de euros al fondo global de lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis. Por último, se ha extendido la iniciativa de canje de deuda por desarrollo al África subsahariana por un monto inicial de 200 millones de euros.
Con ser muy importante este esfuerzo de superación, las cantidades de las que se parte son tan pequeñas que la comparación sólo sirve para poner en suerte la cicatería de los Gobiernos de Aznar en su atención a ese continente. De la misma se olvida Ángel Acebes cuando practica el tremendismo que vincula la inmigración con la delincuencia organizada.
Lo mismo puede decirse de los datos sobre la coyuntura; los últimos informes sobre Las perspectivas económicas de África, que elabora todos los años la OCDE, indican que el continente negro lleva tres años creciendo por encima del 5% como media, con una inflación muy baja para la zona (un poco superior al 7% anual) y con algunos países en superávit fiscal primario, lo que no deja de ser paradójico. África es más rica, pero los africanos siguen padeciendo una pobreza extrema.
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