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Crítica:CLÁSICA | Orquesta y Coro Nacionales de España
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Impensable hace unos años

En punta. La Orquesta Nacional de España ha clausurado su tercera temporada dirigida por Josep Pons con una prestación espléndida en un programa de alta dificultad. Ello revela signos inequívocos más que esperanzadores de que el camino elegido es el adecuado. Se está ahora a años luz de aquella Tercera, de Mahler, con la que comenzó la aventura. A la orquesta le falta todavía un poquito de nervio, si me apuran, pero su seriedad, su trabajo en equipo, su sonoridad, han experimentado en estos últimos tiempos un salto gigantesco. Por si esto no fuera suficiente, el Coro, a las órdenes de Mireia Barrera, está consiguiendo día a día una sonoridad más carnosa, empastada, sugerente, vibrante. Pons a base de trabajo y tenacidad está haciendo evidente la utopía. El concierto de cierre de la temporada ha sido colosal. En su contenido, desde luego, pero también en su realización.

Orquesta y Coro Nacionales de España

Director: Josep Pons. Directora del Coro: Mireia Barrera. Con Amanda Roocroft, Catherine Wyn-Rogers, Nikolai Schukoff, Peter Mikulas y José Antonio López. Órgano: Jeremy Joseph. Obras de Bartók, Cantata profana, y Janácek, Misa glagolítica. Auditorio Nacional, 26 de mayo.

De Bartók se interpretó una de sus obras de madurez menos frecuentadas, la Cantata profana, de Janácek, la extraña y genial Misa glagolítica. La religiosidad de ambas obras está enraizada en una exaltación de la Naturaleza. Son sus autores figuras indiscutibles de la evolución de la música en el siglo XX. Combinarlas en una sesión es una muestra de sensibilidad. Pons se mueve a sus anchas en estas obras sinfónico-corales. Domina los entramados estructurales, consigue que prevalezcan los toques estilísticos. Suena todo familiar, casi cotidiano.

Amanda Roocroft y Nikolai Schukoff, pongamos por caso, cantan con una adecuación admirable a la estética de los compositores. El organista Jeremy Joseph deslumbra. Todos los esfuerzos concurren en una realización tan esmerada como inspirada. Los resultados son imponentes. Se ha hecho un buen trabajo en estos tres años, qué duda cabe. Un concierto tan extraordinario como el de este fin de semana no surge de la nada. De corazón, felicidades.

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