Europa, un año en el congelador
Los ministros de Exteriores de la UE se reúnen en Viena para debatir el futuro de la Unión tras el fracaso de la Constitución
Un año después del no de Francia y Holanda a la Constitución, el atasco de la construcción europea se eterniza. A la ausencia de frutos tangibles tras un año de reflexión se suman otros indicios de parón, como el creciente bloqueo de las decisiones en los Consejos sobre medidas que afectan directamente a los ciudadanos como la seguridad y la justicia. El horizonte de la salida de la crisis se aleja. El debate sobre el futuro de la Constitución se aplazó primero hasta el resultado de las elecciones en Francia en 2007, después hasta la reforma presupuestaria en 2008 y ahora ya se baraja 2009, con ocasión de las elecciones a la Eurocámara. Con bastante incertidumbre sobre el camino a seguir, los ministros de Exteriores de la UE se reúnen hoy y mañana en la abadía de Klosterneuburg, cerca de Viena, para "reflexionar sobre el futuro de Europa".
A corto plazo, el proyecto de texto constitucional está en un callejón sin salida
El pesimismo institucional se refleja claramente en la opinión de los ciudadanos. Sólo el 49% de los europeos considera "una cosa buena la pertenencia de su país a la UE", frente al 56% en 2004, según el último Eurobarómetro. La desconfianza se agudiza en los asuntos que afectan más directamente a los europeos. Los ciudadanos suspenden a Bruselas en su lucha contra el desempleo, con un 3,8; en la protección de derechos sociales (4,7) y en asegurar el crecimiento (4,9). Toda una fiel interpretación de la incapacidad de la UE para crecer más allá del 2,3% y para rebajar la cifra de 19 millones de parados, prácticamente estable desde hace una década. Asuntos que no figuran en el programa del encuentro, pero que gravitan a la hora de encontrar salidas.
La agenda de la reunión de Klosterneuburg la ha marcado en buena medida París. El país causante inicial del parón de la construcción europea, ha sido, sin embargo, el que ha presentado el paquete de medidas más concretas "para mejorar el funcionamiento de las instituciones partiendo del marco de los tratados existentes", que servirá de guión del encuentro. "Francia propone remedios útiles que de todas formas resolvía mejor la Constitución", señala Alberto Navarro, secretario de Estado de Asuntos Europeos.
El presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, ha expresado también su deseo de aplazar dos años la discusión sobre el Tratado y aprovechará el encuentro para lograr el respaldo de los titulares de Exteriores a su "agenda de los ciudadanos", para recuperar la confianza de la población. A corto plazo, la Constitución se encuentra en un callejón sin salida. Los 15 Estados que ya la han ratificado, España y Luxemburgo mediante referéndum, consideran un desaire tener que prescindir del texto que han aprobado. Por el contrario, los países del no, Francia y Holanda, han reiterado que no volverán a votar el mismo texto, por mucho que se empeñe el ex presidente de la Convención, Valéry Giscard d'Estaing.
Viena se ha agarrado a las ideas de Francia como un salvavidas para evitar el inmovilismo y llenar de contenido la próxima cumbre de junio. Ursula Plassnik, ministra de Exteriores de Austria, que ostenta la presidencia de turno de la Unión, ha tomado como base la iniciativa de París para establecer el marco del debate.
La iniciativa francesa que han presentado Philippe Douste-Blazy y Catherine Colonna, ministros de Exteriores y Asuntos Europeos, respectivamente, contiene cinco propuestas para mejorar el funcionamiento de las instituciones europeas: cláusulas en materia de seguridad interior y justicia, potenciar la dimensión social, aumentar la coordinación más de las políticas económicas especialmente en la zona euro, reforzar las competencias de Javier Solana, como alto representante de Política Exterior y extender las prerrogativas del Parlamento Europeo.
Pero la posibilidad de que prosperen estas iniciativas es muy remota. En las últimas reuniones del Consejo de Representantes Permanentes en la UE, Alemania, Holanda e Irlanda han bloqueado dos decisiones sobre envío de pruebas y garantías mínimas procesales en casos de terrorismo y narcotráfico, que exigen la unanimidad.
España está en una posición intermedia. "Por una parte", explica Navarro, "apuesta por la Constitución existente, pero en el ínterin también apoya las propuestas de Francia para agilizar la toma de decisiones. Queremos que se defina claramente qué Europa política queremos y se deje de hablar de Europa como proyecto". A su juicio, "la Constitución será aprobada por Finlandia, durante su presidencia, en la segunda mitad de este año. Y en enero, con la entrada de Rumania y Bulgaria, que ya la aceptaron en sus negociaciones de adhesión, serán 18 sobre 27 los Estados miembros que la habrán aprobado, lo cual supone una mayoría cualificada".
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