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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Parches insuficientes

La cadena de robos violentos ocurridos en los últimos días en Cataluña, y anteriormente en la Comunidad Valenciana, en Andalucía y en la sierra de Madrid, ha generado una explicable alarma entre la ciudadanía, a la que no es ajeno el inusual grado de violencia de algunos de estos asaltos. El incremento de la actividad de las bandas organizadas ha guardado, en el caso de la provincia de Tarragona, una siniestra proporción con la ausencia de efectivos policiales en el territorio, hasta el punto de que algunos ciudadanos han tratado de resucitar por su cuenta la tradición del somatén. En este caso, el desfase entre la retirada de la Policía Nacional y la Guardia Civil y el despliegue de los Mossos d'Esquadra ha generado un vacío propicio para la actuación de estas bandas organizadas.

La determinación del presidente del Gobierno de enviar de inmediato 367 guardias civiles a Cataluña, además del compromiso del ministro del Interior de cubrir las vacantes que provocan los concursos de traslados en Cataluña, no deja de ser un parche de urgencia, aunque tranquilice a la ciudadanía. Estamos ante una violencia de nuevo cuño, que debe llevar aparejadas nuevas estrategias. La creación de un centro de inteligencia contra la criminalidad organizada dependiente de Interior, anunciada por Zapatero en el Congreso, debería servir para acabar con la descoordinación de los cuerpos de Seguridad españoles, que no comparten suficientemente los bancos de datos de información operativa. Pero cabe dudar de la eficacia de una solución meramente institucional. En determinadas circunstancias, quizá sea más útil revisar el funcionamiento de algunas de las instituciones ya existentes, sin descartar, por ejemplo, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Hay un problema añadido por la reducción de efectivos policiales en los años de mandato del PP, que no ha sido suficientemente compensado aún por el actual Ejecutivo ni por una pujante seguridad privada que no puede tener las capacidades de la pública.

La coordinación y la eficacia de los cuerpos de Seguridad debe ser tarea principal para hacer frente a unos asaltantes que el PP no duda en relacionar con las "avalanchas" migratorias que llegan a España. La mayoría de expertos coincide en atribuir a delincuentes colombianos, rumanos y kosovares los últimos episodios de violencia que tanta alarma social han causado, y no a los africanos, que como grupo tienen una escasa incidencia en las estadísticas de delitos. Reconocer el problema es un punto de partida para combatirlo, no para lanzar soflamas xenófobas, o racistas, como hizo el secretario general de los populares, Ángel Acebes, al asociar los rostros de quienes llegan en cayucos con las capuchas que usan las bandas criminales.

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