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Gran fiesta para el ultracatólico Gobierno polaco

La visita de Benedicto XVI representa un espaldarazo para Polonia, inmersa en una crisis de europeísmo a los dos años de su ingreso en la UE, y, sobre todo, para su Gobierno populista de derecha. Guiada por los hermanos gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski (el primero es el presidente de la República y el segundo es miembro de la Dieta y preside el gobernante Partido Ley y Justicia), Polonia parece estar forjando una personalidad que inquieta a sus socios de Bruselas. La de un país medio (más o menos como España), decidido a ir un poco contracorriente, sin plegarse demasiado al escalafón europeo, y mucho menos al poder de lo políticamente correcto. Su actual Gobierno -una coalición integrada por Ley y Justicia y dos formaciones de derecha populista: la Liga de las Familias Polacas y el partido de Auto Defensa de base rural- defiende un ideario político-social del más rancio sabor integrista católico, combinado con grandes dosis de nacionalismo.

Desde el Gobierno se critica a gays y feministas, a la prensa por demasiado liberal, a los ex comunistas, por corruptos. Nadie parece ajeno a ese ideario en el nuevo Gabinete, empezando por el primer ministro, Kazimierz Marcinkiewicz, que, según el semanario británico The Economist, mostró dotes de hábil negociador en la pasada cumbre de Bruselas, pero que está considerado muy próximo a Radio Maria, la emisora dirigida por el redentorista Tadeusz Rydzyk que inquieta al Vaticano por su posición antisemita. En Polonia se percibe una frustración que los partidos populistas han sabido capitalizar, recurriendo a la retórica del viejo orgullo nacional.

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