Nivel fantástico
Con la precisión de un reloj suizo, Luz Casal volvió a generar una de esas noches de música en las distancias cortas, esta vez en el escenario de un teatro, un marco idóneo para su forma de abordar la música. La cantante estuvo radiante en cuanto a voz, simpática en su modo de estar sobre las tablas y sueltísima en sus movimientos sobre el escenario, con baile de cabellera incluido.
El concierto estuvo planteado en un crescendo que comenzaba en plano acústico y finalizaba con los instrumentos eléctricos a toda corriente e, incluso, una versión de Triana: Tu frialdad. Tal vez en la primera parte los técnicos hubieran podido confiar más en las posibilidades acústicas de un teatro como es el Español, ofreciendo un sonido quizá más natural, más de madera. Pero es de ley reconocer que esto en nada perjudicó la íntima relación entre la cantante y sus temas, genuina razón del éxito de esta gallega a la que la madurez le sienta divinamente.
Luz Casal
Luz Casal (voz), John Parsons y Jorge Ogea (guitarra), Josué Santos (teclados), Peter Oteo (bajo) y Tino di Geraldo (cajón y batería). Teatro Español. Madrid, 21 de mayo.
Exquisita en sus interpretaciones de Entre mis recuerdos, No me importa nada o la solemne Negra sombra, en el segundo tramo de la actuación se soltó la melena e hizo levantarse al público que abarrotaba el teatro para bailar Plantado en mi cabeza, Rufino, Pedazo de cielo o Loca.
Con actuaciones como la presenciada, en la que parece que Luz lo hace todo con una facilidad encomiable, queda claro que la cantante no tiene ya nada más que demostrar a estas alturas. Su nivel, desde luego, sigue siendo fantástico; uno de los más altos en nuestro país.
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