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Reportaje:Nuevos vascos | Marina Losa

"Me avergüenza decir en mi país que limpio casas"

Las tres hijas de Marina Losa, de 21 años, 19 y 8, han sido el motor de su emigración. Por ellas dejó Bolivia por Bilbao, para que tuvieran un futuro mejor. Como muchas otras emigrantes ahora y en tiempos pasados. Sin embargo, Losa sabe que ella es una privilegiada, y que su "caso" es especial. "La mayoría de las mujeres vienen por el trabajo, para enviar dinero a su casa, a sus hijos. Nosotras vinimos todas juntas. No tuve que dejar a mis hijas allá para emigrar", cuenta.

Lo que sí dejó atrás fue una casa grande, "de más de 300 metros cuadrados y con dos patios enormes", y un trabajo en una oficina bancaria. El hogar era, y sigue siendo, el de su madre, donde Losa y su marido vivieron desde que se casaron. "Mi madre ganó un hijo. Y mis hijas han sido más hijas suyas que mías", apunta esta hija única. "A mi madre no le importó que nos instaláramos en su casa. En Bolivia hay otra manera de ver la vida. Aquí el propósito tanto de un chico como de una chica es tener algo, una casa, solvencia económica. Allí sólo nos importaba el amor. y mi madre nos apoyó".

"Les digo a las chicas que vienen que estudien algún curso. Eso es para siempre"

Se casó joven y su marido era aún estudiante. "Estaba muy enorada", insiste. Sin apenas ingresos y con la seguridad de que su pareja quería viajar a otros países a realizar cursos, Marina Losa permaneció en el domicilio materno. En su país se licenció en "auditoría", explica, y "hasta un día antes" de su viaje a Bilbao estuvo trabajando en un banco.

Años antes, en 1997, su marido emigró al País Vasco. Ya antes había estado en México realizando unos cursos. A través de Internet, su marido se enteró de unas becas de la UPV y envió su solicitud. Así llegó a Euskadi. Losa y él se comunicaban "por el chat". Todos los fines de semana se conectaban y se pasaban chateando "hasta seis horas seguidas". El ordenador ha sido un elemento fundamental en la familia de Losa. Y lo sigue siendo, ya que es a través de él como ella se comunica con sus amigas en su país.

A ellas no les ha dicho Marina Losa cuál es su actividad laboral en su nueva vida al otro lado del Atlántico. "No les digo que limpio en casas porque me avergüenzo. Les cuento que estoy estudiando. En Bolivia yo era licenciada, era una profesional", indica. Reconoce que en algunos momentos se siente "deprimida". "Teníamos una buena vida en nuestro país. Por eso, para no caer en la depresión, me he apuntado a un curso de especialización en contabilidad en la UPV, para actualizar mis conocimientos", explica. Sin embargo, no se arrepiente de haber emigrado. "Lo he hecho por mis hijas, para que ellas tengan mejores estudios y más oportunidades para su futuro".

En Bilbao también participa activamente en la asociación de inmigrantes bolivianos Arbol Bi. Allí recibe, orienta y ayuda a compatriotas recién llegados. De Bolivia, la mayoría de personas (en un 75%) que viajan a Euskadi son mujeres. "Les digo a las chicas que vienen que no se queden sólo en limpiar casas, que estudien algún curso. Así cuando regresan a su país se llevan algo más que el dinero que hayan podido ahorrar, algo que van a tener para toda la vida, una formación", comenta Losa.

La primera de su familia que se trasladó a Euskadi, donde ya residía el marido, fue su hija mayor. "Vino a hacer el examen de selectividad para poder entrar en la universidad. Mientras, mi marido preparó los papeles para la reunificación familiar y ya nos vinimos todas. He sido de las pocas personas que he podido venir con todo en regla, con visado", narra Losa.

Sus dos hijas pequeñas están ahora completamente integradas, pero la mayor piensa en regresar a Bolivia. Losa, aunque añora su vida pasada, no piensa en volver: "Ya hemos decidido quedarnos aquí. Mi marido conoció otros muchos lugares de España mientras estaba con la beca de la UPV, y dice que Bilbao es la ciudad ideal para vivir".Losa sólo pide para encontrarse feliz que el marido encuentre un trabajo: "No creo que pueda ser de lo suyo, ya que aquí se valora que una persona tenga conocimientos de euskera y para él es un poco difícil", reconoce.

A la hora de relacionarse con los vascos, Losa encuentra extraño lo difícil que resulta entrar en las casas de los demás. "En Bolivia nos invitamos a casa desde el primer momento. Aquí siempre se queda en los bares".

Sobre los acontecimientos políticos en su país, Losa se encuentra "esperanzada" ante la elección de Evo Morales como presidente. "Era necesario el cambio. Los anteriores presidentes no pensaban en el pueblo, sólo en quedarse con los beneficios. Ahora sí, todo va a cambiar".

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