Incierta ampliación
La ampliación europea a dos nuevos miembros, Bulgaria y Rumania, con los que están cerrados tratados de adhesión y prevista para el primero de enero del año próximo, no está ya ni mucho menos garantizada. Aunque la decisión final se tomará en octubre, la Comisión Europea ha advertido esta semana sobre su insatisfacción ante sus insuficientes esfuerzos en materias de reforma judicial y lucha contra la corrupción. La UE tiene tras de sí bastantes inconsistencias en sus exigencias de cumplimiento de los criterios generales a candidatos hoy ya miembros. Y es consciente de que bajar sus listones por consideraciones políticas supone un serio riesgo para las instituciones democráticas, en un momento en que la Constitución Europea está en el limbo y las instituciones de la Unión no tienen margen para aventuras. Los candidatos han de cumplir las condiciones y han de saber que no pueden considerar un leve retraso como una tragedia y menos intentar condicionar las decisiones de Bruselas con la agitación de la propia opinión pública.
Los Veinticinco han rechazado abrir con Serbia, mientras no entregue al criminal de guerra Ratko Mladic, prófugo de la justicia internacional, negociaciones para llegar a un acuerdo de asociación con la UE, preludio a un futuro ingreso. El revés para Serbia ha tenido impacto en otros países balcánicos y habrá que estudiar su efecto sobre el referéndum de hoy en Montenegro para decidir sobre la liquidación de la federación de las dos únicas repúblicas que sobreviven federadas de lo que fue Yugoslavia. Cuando se cumple un año del referéndum francés que hundió la Constitución europea, los vientos no soplan en la UE a favor de nuevas ampliaciones mientras no haya orden en su seno. Y se descarta que lo haya antes de que Francia ponga fin a la agónica presidencia actual en la primavera de 2007.
Croacia también espera. Y a mucho más largo plazo Turquía, hacia la que crece la desconfianza, a pesar de las muchas reformas que ha realizado de la mano de su afán de integración en la UE. Bulgaria y Rumania han de cumplir los criterios. Turquía ha de mantener, sabiendo que no se le han cerrado las puertas, sus esfuerzos por cumplirlos en un futuro. Cierto que los europeos habrán de reflexionar sobre los límites geográficos y de profundización política de la UE, conscientes del efecto de sus decisiones en los países limítrofes. La UE ha sido y debe seguir siendo sido un imán y un incentivo de democratización para todo el continente. Pero para ello deben mantenerse firmes los criterios para quienes se postulan como miembros.
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