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LA CRÓNICA
Columna
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El regreso de Carmen Alborch

La verdad es que ya echábamos de menos que el PSPV no nos amenizase con alguna de esas zarabandas internas que tan lisiado lo han tenido políticamente desde hace más de dos lustros. Daba la impresión de que, a falta de propuestas alternativas y movilizadoras, había aprendido la lección consistente en quedar discretamente a la espera de que el PP hegemónico en esta autonomía fuese cociéndose en su salsa de corrupciones. Y, al tiempo, no atizar en su seno luchas fratricidas que no pueden revertir más que en su propio descrédito. Tal como está aconteciendo con la candidatura socialista a la alcaldía de Valencia, víctima de un revuelo que parece inventado por el adversario.

Veamos. Cierto es que los socialistas no ha elegido todavía a su candidato/a al Ayuntamiento de la capital. Están atrapados por su invento de las elecciones primarias y esas no se celebrarán hasta septiembre. Mientras tanto, caben tantas conjeturas como aspirantes, si bien sólo el actual portavoz del grupo municipal, Rafa Rubio, ha explicitado su voluntad de concurrir. Incluso hay que anotar en su favor que ni siquiera los reticentes cuestionan la buena labor que está desarrollando, mezcla de prudencia y acoso al equipo de gobierno, y eso a pesar -pues al caso viene- de no contar con los ediles idóneos.

No obstante, y eso también es cierto, en su partido no han acabado de tener claro que fuese la figura adecuada para medirse con la alcaldesa Rita Barberá, a la que le restó un concejal en los comicios locales de 2003 y viene criticando sin desmayo a lo largo de la legislatura, un aspecto que subrayamos porque contrasta con las reticencias e incluso desaires con que ha sido tratado por su partido. El ministro Jordi Sevilla anunció una cabecera de cartel sorprendente, aunque después se enmendase, y ahora mismo acaba de alumbrarse la posible candidatura de Carmen Alborch, que regresaría así a Valencia para cerrar, previsiblemente, su periplo público. Tal sería la sorpresa aludida.

No ha de extrañarnos que los socialistas estudien y agoten todas las opciones para recuperar una alcaldía tan fundamental como la del cap i casal. Incluso tiene su coherencia y hasta morbo romper el pronóstico y confrontar a las dos damas como atajo electoral para recuperar el tiempo y clientela perdida. Ese es un dato que, por otra parte, no requiere de cabildeos, sino de sondeos de opinión. En este aspecto nos parece incuestionable que la hoy diputada cuenta con una favorable proyección mediática, por no hablar de su dilatado currículum, que parece hecho a su medida. Otra cosa será que tan brillante bagaje la dote para dar el callo día a día desde la oposición municipal.

Y ahora procede formular la pregunta del millón: ¿quién apadrina esta candidatura y lo hace de tan peregrino modo, por describirlo suavemente? ¿El presidente José Luis Rodríguez Zapatero en persona, Ignasi Pla, ambos a la par? La única certeza que nos consta es que la ex ministra, con exquisito tacto, eso sí, se ha declarado a disposición del partido y a lo que mande la federación socialista valenciana, como se relataba el viernes último en estas páginas. No queda en cambio claro que su disponibilidad incluya el someterse a un proceso de elecciones primarias, que probablemente y a título excepcional se obviarían. Por lo visto tampoco le han preguntado qué decidiría si llegara el caso de tener que postularse ante las agrupaciones locales del PSPV. No nos la imaginamos.

Y por último, si en todo este enredo hay algo cierto, ¿por qué no se ha ido por derecho, sin filtraciones intoxicantes, hablando previamente con el previsible candidato socialista, decimos del hoy portavoz? ¿Podría éste oponerse, si tan altos designios patrocinan la maniobra? Con ello no se ha conseguido otra cosa, a nuestro entender, que devaluar el trabajo de Rafa Rubio en el tramo que resta de legislatura como cabeza de la oposición municipal capitalina, sin que la trapisonda sirva para lanzar a la nueva candidata, ni menos para desestabilizar a una alcaldesa que lleva camino de su quinto mandato, lo que obligaría al PSPV a eludir sus inútiles y viejas artimañas.

¿CIEGOS O INEPTOS?

Terra Mítica lleva trazas de convertirse en una caja de Pandora a medida que van conociéndose nuevos episodios de su administración. Prevenidos como estamos, después de no pocos trances corruptos en el marco autonómico, hemos de admitir nuestro estupor por las trapacerías que se divulgan y que han sucedido en ese parque ante las narices de un accionariado institucional y financiero tan cualificado. ¿Estaban ciegos los consejeros designados o se obsequió con esta bicoca a los más ineptos? Lo cierto es que cuesta creer que, con o sin pago de comisiones irregulares, tuviese lugar y tantas veces repetida esa parodia de adjudicaciones y subcontratas con personajes tales. Y la caja sigue abierta.

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