Expresionismo y abstracción
EL PAÍS presenta mañana, sábado, por 9,95 euros, el decimoséptimo volumen de la Historia del Arte
"La belleza se convertirá quizás en un sentimiento inútil para la Humanidad y el arte será algo que se situará a mitad de camino entre el álgebra y la música". Flaubert, el autor de Madame Bovary, profetizó en 1852 lo que sería la abstracción geométrica cuando aún el mundo vivía inmerso en la pintura realista y los pintores iniciaban tímidamente un debate sobre lo que debería experimentar un artista plástico y por qué no habría de contentarse con sentarse ante la Naturaleza y reflejarla lo mejor que supiera. Los nuevos movimientos artísticos quisieron despojar la pintura de todos los convencionalismos y hacerla surgir sin condicionantes, tal como se analiza en el nuevo volumen de la Historia del Arte de EL PAÍS: Las Vanguardias. Expresionismo y Abstracción.
Genuino y directo, las dos palabras que marcan la dirección de las vanguardias del siglo XX. En 1924 nació el más conocido de los movimientos del arte moderno del periodo de entreguerras, el surrealismo, definido por vez primera en el Manifiesto del surrealismo de André Breton ("El hombre, ese soñador definitivo... Querida imaginación: lo que amo sobre todo en ti es que tú no perdonas..."). Algunos de los artistas más influyentes militaron ocasionalmente en sus filas, como De Chirico, el gran metafísico, con sus plazas desiertas bordeadas por palacios con arcadas; Max Ernst, "el ilustre forjador de sueños"; Miró y su magistral sentido del color; Tanguy, Magritte, Dalí... Este último imitó a la perfección la mágica confusión de los sueños.
Pero antes, durante la revolución artística que se produjo poco antes de la Primera Guerra Mundial, las miradas se volvieron hacia la expresividad contrapuesta al impresionismo. Lo que importaba era la expresión de los sentimientos. Entre los primeros artistas en explorar estas posibilidades estuvo el pintor noruego Munch (1863-1944). Con El grito, se propuso expresar cómo una inquietud transforma nuestras impresiones sensibles.
Lo que irritó al público del arte expresionista fue que el artista prescindiera de la belleza. En Alemania, el grupo de artistas Die Brücke (El Puente), agrupados en torno al pintor Kirchner, un fustigador de la burguesía con sus retratos de crueldad extrema y su visión apocalíptica de la ciudad moderna en la línea del cine expresionista alemán de Fritz Lang (Metrópolis), consiguió provocar la cólera del poder. Cuando Hitler lo alcanzó en 1933, todo el arte moderno, "arte degenerado" lo llamaron los nacionalsocialistas, fue abolido de un taconazo.
El pintor ruso Vasili Kandinsky dio un paso más. Aspiraba a una pintura que rivalizase con la música en expresividad y aseguraba que un rojo brillante puede producir el mismo efecto que un toque de clarín. Su pintura era música cromática y su acuarela La primera obra abstracta, pintada en 1910, fue, efectivamente, el despegue del arte abstracto.
La abstracción geométrica, nacida en la segunda década del siglo XX, fue también una reacción contra el impresionismo. Delaunay, Malevich o el holandés Piet Mondrian llevaron el cubismo hasta la abstracción. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos toma el cetro del arte y sus artistas adoptan una nueva variante del expresionismo, el abstracto. El holandés Willem de Kooning asume el papel de maestro del nuevo movimiento neoyorquino. Los jóvenes pintores se suman rápidamente a la action painting, basada en la violencia del gesto y en los formatos gigantescos de los cuadros. Jackson Pollock fue uno de los más destacados. Extendía la tela en el suelo y vertía sobre ella la pintura a chorros, formando así las más sorprendentes configuraciones. Eso era el arte americano, el impulso espontáneo. Mark Rothko, de origen ruso, se lanza hacia un estilo nuevo con la superposición en sus grandes óleos de largas bandas de colores.
Posteriormente, en la década de los sesenta, nace otra variante artística, y los pintores se interesan por los efectos ópticos de las formas y los colores, que actúan sobre la tela de modo que produzcan un resplandor o un parpadeo inesperado. Es el op-art, desbancado posteriormente por el pop, un arte reconocido por el público antes que por los museos.
Babelia
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