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Las protestas obligan a reponer la estación de Liceo

La normativa impone un modelo de vidrio y acero en detrimento de los elementos modernistas

La modernidad tiene un límite: la pérdida de una fisonomía identificadora. Así lo ha entendido el Ayuntamiento de Barcelona y ha aceptado reconstruir la estación de Liceo de la línea 3 del metro con los antiguos elementos modernistas, eliminados en las obras de reforma aún en marcha. Al mismo tiempo, ha abierto un periodo de reflexión que llevará a cambiar la norma que rige este tipo de instalaciones, un proceso que se prolongará un par de años, según el gerente municipal de Urbanismo, Ramon Massaguer. La actual, que tiene cuatro años, obliga a que sean de vidrio y acero, y el resultado es más bien malo: ha disparado los gastos de mantenimiento de Transportes Metropolitanos debido a la actuación de los incívicos.

Las obras para adaptar la estación de Liceo a las personas de movilidad reducida dispararon todas las alarmas. Esta estación de la línea 3 es la última que conserva en sus accesos la decoración de hierro forjado de los años veinte del pasado siglo, cuando se inauguró la línea. El nombre entonces era Gran Metro de Barcelona, expresión cuyas iniciales aún figuran en los elementos decorativos.

Pese a esta peculiaridad, la adjudicación de las obras por la empresa GISA (dependiente del Departamento de Política Territorial) no tuvo en cuenta la conveniencia de mantener estos elementos. Se aplicó la normativa municipal, que indica que los accesos deben ofrecer escasa resistencia visual y ser de vidrio y acero. Cuando se vio el resultado empezaron las quejas. Primero de los vecinos y luego se añadieron organizaciones de amantes del ferrocarril que hicieron llegar sus críticas al Ayuntamiento.

Paralelamente, TMB había empezado a notar un alarmante aumento de los gastos de mantenimiento en las estaciones de nuevo diseño, muy bonitas, pero poco funcionales. Sobre todo porque en Barcelona hay una cantidad considerable de gente incívica que disfruta estropeando el mobiliario urbano. Y frente a estas actitudes, la estructura ligera de las estaciones ha demostrado ser muy vulnerable. De modo que TMB ha propuesto al municipio un cambio de normativa y el Ayuntamiento ha aceptado, aunque sin prisas. El nuevo modelo puede estar en vigor dentro de dos o tres años, explicó ayer a este diario Ramon Massaguer, quien recordó que en la comisión que aprobó el diseño actual estaba también TMB.

40 estaciones

En estos momentos hay unas 40 estaciones con el diseño normativo, que tiene unos cuatro años de antigüedad, según Massaguer. Un portavoz de TMB aseguró que no está previsto cambiar estas estaciones a corto plazo y que se buscará algún tipo de solución para paliar la situación.

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El deseo de Transportes Metropolitanos (TMB) es que las nuevas normas se puedan aplicar, sobre todo, en las estaciones que se construyan para la línea 9, en obras, y en las ampliaciones que se hagan en el resto de las líneas del metro. "No decimos que las actuales no sean válidas", sostuvo el portavoz de la empresa, aunque reconoció que se prefiere una solución distinta para el futuro.

El detonante que pondrá fin a un diseño tan reciente es el coste, pero lo que ha movilizado a la gente contra él es su implantación en la estación de Liceo, junto al teatro que acoge las representaciones operísticas. De modo que el conjunto que forma la fachada del edificio con el diseño modernista ahora eliminado resulta mucho más atractivo que el implantado.

Además, los ciudadanos pueden contrastar el efecto porque una boca ya ha sido suprimida y la otra está en obras y conserva los viejos forjados.

La decisión del Ayuntamiento, explicó Massaguer, es aceptar que no hubo sensibilidad suficiente y reponer los viejos elementos ornamentales donde ha sido suprimidos y mantenerlos donde aún no han sido eliminados, aunque quizá haya que moverlos temporalmente si los trabajos así lo exigen.

Pero hay un problema: la longitud de la boca actualizada es mayor que la que había antes de acometer las obras. Quizá, sugiere Massaguer, ése fue el motivo que llevó a descartar su mantenimiento: al cambiar las dimensiones, los forjados eran insuficientes. La decisión adoptada, sin embargo, satisfará a cuantos han enviado cartas al Ayuntamiento (hay incluso páginas electrónicas para denunciar el "desaguisado"). La solución decidida es recomponer la nueva boca de acceso y forjar de nuevo los elementos que hagan falta para cubrir toda la superficie ampliada.

Ya se ha localizado la fundición donde se construyeron estas piezas y, según Massaguer, sigue activa y se conservan los moldes de los forjados, por lo que la construcción de los nuevos no debe suponer graves inconvenientes. De hecho, añadió, este tipo de moldes se conservan incluso cuando desaparece la fundición donde se forjaron, de modo que no habrá problemas graves.

Massaguer no tuvo reparos en reconocer que las protestas continuadas de los ciudadanos son uno de los factores que han contribuido a modificar la actitud del gobierno municipal y a que se tenga en cuenta "el carácter singular de la estación".

Lo que no ha habido forma de averiguar es el coste de la obra. El Ayuntamiento no lo sabe porque es cosa de GISA, cuyos portavoces también ignoraban este asunto, y el portavoz de TMB sostuvo que la diferencia de coste no tiene por qué se excesiva e incluso que podría no haber desviación al alza.

La vieja y la nueva estación de Liceo, ayer por la tarde.
La vieja y la nueva estación de Liceo, ayer por la tarde.GIANLUCA BATTISTA

En un almacén

Los forjados retirados de la estación de Liceo fueron a parar, primero, a un almacén de la empresa que realiza la obras. Pero las quejas de los ciudadanos motivaron que pronto fueran trasladados y ahora se encuentran depositadas en uno de los almacenes de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), en L'Hospitalet de Llobregat.

El futuro de estas piezas tiene que ser La Rambla, pero hay otras muchas piezas que TMB guarda con la intención de que acaben formando un museo que recoja la historia del metro de Barcelona. De momento se ha encargado a una persona de la plantilla que se ocupe de hacer un inventario de los elementos de que se dispone, teniendo en cuanto que algunos de ellos estaban cedidos al museo del ferrocarril del Berguedà.

El ferrocarril, tanto tren como metro o tranvía, es un modo de transporte con aficionados muy pasionales y entregados que conservan casi todo lo que pueden: desde asientos a letreros, sin descuidar, pese a lo aparatoso, vagones y locomotoras. El metro de Barcelona se apunta a recuperar una historia que hasta hace dos días no parecía que interesara a nadie.

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