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Prodi propone como presidente de Italia al poscomunista Napolitano

Hoy empieza el proceso para elegir al sustituto de Ciampi

Enric González

Romano Prodi anunció anoche su candidato a la jefatura del Estado: el elegido, al menos como primera opción en un proceso hasta cierto punto imprevisible, fue Giorgio Napolitano, un poscomunista de 80 años con larga experiencia institucional. Las votaciones para encontrar al sucesor de Carlo Azeglio Ciampi debían comenzar esta tarde y obtener un resultado, con suerte, el miércoles o el jueves.

Silvio Berlusconi había amenazado con "la huelga fiscal" y el "obstruccionismo parlamentario" en el caso de que el centro-izquierda impulsara la candidatura del también poscomunista Massimo d'Alema, presidente de los Demócratas de Izquierda.

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La elección presidencial constituye, tradicionalmente, el momento supremo del parlamentarismo italiano. Diputados (630), senadores (315 electos y siete vitalicios) y delegados de las regiones (58) se erigen en "grandes electores" y, amparados en el voto secreto, tienden a liberarse de la disciplina de partido. Los líderes políticos despliegan su acreditada astucia para lanzar candidatos falsos, "quemar" a los candidatos rivales y ocultar sus auténticas cartas hasta el último momento. El desenlace del proceso suele ser sorprendente.

El juego resulta complejo hasta el retorcimiento. ¿Una prueba? Las durísimas palabras lanzadas por Berlusconi para vetar a D'Alema ("una propuesta indecente del centroizquierda") fueron interpretadas por Daniele Capezzone, uno de los dirigentes de la Rosa en el Puño (minicoalición de socialdemócratas y radicales dentro de las filas de Romano Prodi) como prueba definitiva de la alianza entre Berlusconi y D'Alema. "Ha llegado el momento de desvelar el juego opaco que está desarrollándose", dijo. "Berlusconi engaña a sus electores porque trabaja a favor de la elección de D'Alema".

La candidatura de D'Alema, actual presidente de los Demócratas de Izquierda, fue formalmente rechazada por el centro-derecha por su perfil partidista. Berlusconi puso sobre la mesa la candidatura de su mano derecha, Gianni Letta, y se llegó a una situación de bloqueo. Los principales dirigentes de ambas coaliciones, con la excepción de Berlusconi y Prodi, se reunieron ayer tarde en la sede de la Presidencia del Gobierno y la delegación prodiana sacó una nueva carta, la de Giorgio Napolitano, que, según un comunicado, contaba con la aprobación del propio D'Alema. Forza Italia y Alianza Nacional se apresuraron a rechazar también a Napolitano, quien, sin embargo, podría captar votos en el centro-derecha por su talante moderado y el rigor demostrado en sus anteriores posiciones como presidente de la Cámara, ministro del Interior y eurodiputado.

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Napolitano irrumpió en la carrera como un candidato con serias posibilidades. Pero quedaban por delante jornadas muy densas y potencialmente sorprendentes. No podía descartarse que Napolitano fuera una pantalla para proteger a D'Alema hasta el momento de las votaciones decisivas, porque no pocos berlusconianos propugnaban, pese a la virulencia verbal de su jefe de filas, el nombramiento del líder de los DS como presidente.

El mecanismo de las votaciones dejaba un amplio margen de tiempo hasta el momento decisivo. En la primera votación, hoy, se exigía una mayoría cualificada de dos tercios, igual que en las dos votaciones previstas mañana martes. Como resulta muy improbable que nadie alcance esa mayoría, había que esperar al menos hasta el miércoles, cuando la exigencia desciende hasta la mayoría absoluta.

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